Por Juan Manuel Grijalvo|2017-09-17T21:36:55+02:00septiembre 17th, 2017|
Foto de Manuel García Ferrer
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Este artículo fue escrito y publicado en 1994
Archipiélago, número 18-19
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Los automovilistas de un pueblo de la provincia de Nápoles montaron hace algún tiempo en cólera (La Stampa, 20-III-1993) a causa de los atascos y colas que, a su paso por las calles de la población, originó un elefante de considerables proporciones. Según la crónica, al enfado por la congestión del tráfico rodado, evidentemente provocada por la lentitud del mamífero, hubo que añadir también el enojo que debieron motivar las deposiciones del animal que, como se sabe, excreta durante sus desplazamientos, al igual que el buey y el coche y a diferencia del perro o el hombre, que sólo se exoneran parados, en condiciones normales.
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