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24 de junio de 2016
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Europa debería sacar,
de manera inmediata,
algunas lecciones
de la decisión del Reino Unido
de salir de la Unión Europea.
El proceso se ha hecho
de manera impecable,
todo hay que decirlo.
El gobierno de David Cameron detectó -en buena parte por la controversia que había en el seno del Partido Conservador británico- que existía una fuerte división de opiniones en las sociedades inglesa, galesa, escocesa y norirlandesa, y optó por la vía democrática de resolver la cuestión: convocando un referéndum. En este referéndum, Cameron defendió la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Tal y como han hecho el Partido Laborista, el Partido Liberal y el Partido Nacional Escocés, por citar sólo los principales partidos del país. Parecía, pues, que la cuestión estaba más que resuelta.
Pero los ingleses han ido por una vía diferente de lo que manifestaban sus principales partidos políticos. Y la gente ha decidido salir de la Unión Europea. La decisión habría podido poner en cuestión la unidad británica, pero Cameron se ha adelantado a decir que Escocia -donde la gente mayoritariamente es favorable a mantenerse dentro de la Unión Europea- participará de manera directa en las negociaciones para la salida de la Unión.
De cómo ha ido todo, creo que podemos sacar algunas lecciones que encuentro importantísimas, básicas:
1 – La Unión Europea ha seguido una estrategia fatal para conseguir la permanencia del Reino Unido: ha utilizado el reglamento y la amenaza. No hemos visto ningún esfuerzo para convencer a los británicos de la bondad de mantenerse dentro del UE. No ha habido ningún esfuerzo de seducción. No se ha tratado de hacer Europa atractiva para ellos. Se ha visto, por tanto, que sin seducción no hay permanencia. Muchos en Europa deberían sacar una lección importante: no se puede mantener a nadie dentro de ninguna unión por la fuerza.
2 – La manera democrática de decidir las cosas es a través del voto. No hay otra forma democrática de tomar decisiones, especialmente cuando no se tiene claro cuál es la opinión mayoritaria sobre una cuestión concreta en una sociedad determinada. También algunos, que por cierto sí están dentro de la Unión Europea, deberían sacar alguna lección y aplicársela.
3 – Cuando pierdes un referéndum, debes dimitir. El primer ministro británico, David Cameron, en un discurso magnífico, ha anunciado su dimisión. Argumentó que no es la persona más adecuada para liderar un proyecto diferente del que él mismo había defendido. Ha mirado el futuro con optimismo, ha hablado de la potencialidad de los británicos, de la diversidad de las naciones del Estado y de su proyección en el mundo. Pero lo ha dejado. Otra lección. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, por cierto, no ha hecho lo mismo. Desde mi punto de vista, Juncker debería haber dimitido media hora antes que Cameron. Es responsabilidad suya, en buena parte, que los británicos hayan decidido irse. Pero se ve que los continentales no son tan rigurosos y tan autoexigentes como los ingleses.
4 – La Unión Europea debe cambiar su orientación política, si quiere mantener la unidad. La gente no sigue a los gobiernos, y se han acabado las estructuras inmutables. La política es más dinámica de lo que había sido desde hace décadas. Las estructuras políticas cambian. Y la gente quiere dar su opinión. Como se ha visto en el Reino Unido, es perfectamente posible que los grandes partidos políticos quieran algo y que la gente decida otra cosa radicalmente contraria. Las instituciones europeas se debilitarán, se anquilosarán y se pueden agrietar peligrosamente si no se escucha a la gente. Que no haya habido un descalabro inmediato en la Comisión Europea, por ejemplo, demuestra que las intenciones no van en esta misma dirección. La Unión Europea necesita la misma versatilidad política que han demostrado de sobras los británicos.
5 – Y quinta y última lección: las asociaciones sólo pueden ser voluntarias, y hacerse por convencimiento. Del mismo modo que, en nuestra parte del mundo, hoy, las parejas se asocian por amor, los pueblos se asocian por convicción y por voluntad. Quienes aplican reglamentos y amenazas no tienen ningún futuro. Quizá el descalabro del Brexit sirva para que puedan verlo.
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