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Cuando visité Aranjuez,
hace ya tiempo,
me llevé tres sorpresas.
La primera fue que,
durante la primera noche
en el camping donde pernocté,
un gato noctámbulo
aprovechó las tinieblas
para asaltar la bolsa de comida
que había dejado fuera
de la tienda de campaña
y se dio un festín de queso
y embutidos a mi costa
¡y sin dejar propina!
La segunda, asombrarme
de que el Palacio Real local
poco o nada tenía que envidiar
en belleza y espectacularidad
a los de Madrid y Versalles,
salvo en tamaño.
Y la tercera,
verdadero descubrimiento,
tiene nombre propio,
también vinculado a la monarquía:
el Museo de Falúas Reales.
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2021/04/
el-museo-de-faluas-de-aranjuez
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