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El próximo 6 de enero se cumplirá el 49 aniversario del fallecimiento en Madrid de Ernesto Anastasio Pascual,
capitán de la marina mercante, práctico del puerto de Barcelona entre el 2 de junio de 1907 y el 1 de julio de 1917,
“figura máxima de la Marina Mercante española y persona descollante en la alta dirección de empresas señeras de nuestra economía”,
como escribió en “El Vigía” el 3 de mayo de 1960 el capitán de la marina mercante Julián Amich Bert,
fundador de la revista “Navegación” en 1917 y del diario “El Vigía” en 1955.
Julián Amich se refería a la Compañía Trasmediterránea, a Unión Naval de Levante y a La Unión y el Fénix Español,
entre otras muchas empresas relevantes cuyos consejos de administración presidía con éxito Ernesto Anastasio.
Una de las costumbres más deplorables de nuestra sociedad es la capacidad de olvidar a quienes con su esfuerzo, su talento y su tesón fueron capaces de mejorar la vida de los ciudadanos.
Probablemente ello sea debido a la flojera del músculo cívico, un defecto que nos lleva a desdeñar la participación en las decisiones que afectan a la sociedad.
Los marinos -maquinistas, ingenieros y náuticos- constituimos un cuerpo profesional singularmente desmemoriado con quienes abrieron caminos y alcanzaron la excelencia.
Carentes de referencias históricas, nuestra profesión está condenada a vagar en el adanismo más estéril, el que cree inventar la sopa de ajo en cada generación.
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