Por Juan Manuel Grijalvo|2021-07-09T15:50:24+02:00septiembre 8th, 2015|
<<<
Barcelona, noviembre de 1974
<<<
Hasta ahora siempre se había visto que la presentación de una obra corría indefectiblemente a cargo de alguna personalidad sobre la materia tratada. Con ello se prestigiaba al autor y al libro y, así, se tenía una especie de garantía sobre la calidad del mismo. Convencido de esto se comprenderá que me quedara petrificado cuando el autor me dijo que había pensado en mí para tal cometido. Enmudecí por lo inesperado y me sentí, a la vez, profundamente emocionado. ¿Cómo era posible que mereciera tal deferencia? Nada justificaba tal distinción. Acaso mi profesión, oscilante entre lo artístico y lo útil, ofrezca cierto paralelismo con el contenido de este libro, todo poesía y auténtica realidad. Tal vez esta coincidencia y las largas conversaciones sobre el tema mantenidas con el autor fuera lo que le indujo a pensar en mí, sacrificando una más vistosa y efectiva presentación del libro para conformarse con mi buena voluntad, local y sin pretensiones, al mismo tenor que los ferrocarriles que tan entrañablemente nos muestra a lo largo de las páginas que siguen. En fin, justificada o no mi intromisión, lo que es clarísimo es que la obra no necesita presentación, que se presenta sola; ya lo verán. De todos modos, a fuer de sincero, he de confesar que pocas veces en la vida me he encontrado ante una labor tan grata y apasionante, no sólo por el tema sino por la forma y devoción con que se ha tratado, mostrándonos, magistralmente, como fueron o como son la mayoría de ferrocarriles de vía estrecha que hasta hace relativamente poco circulaban o todavía circulan por nuestra sufrida piel de toro. […]