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[Con apostillas
del amanuense
de los que saben]
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30 de abril de 2023
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A lo largo de estos años he leído y editado
miles de textos para su publicación en el Sitio,
cada cual con las peculiaridades propias de sus autores,
y que antes de hacer públicos he debido revisar para evitar,
en la medida de lo posible, erratas, faltas y errores.
Si algo puedo decir de mí es que soy la persona menos indicada
para andar enmendándole la plana a nadie en el plano literario,
en primer lugar mi oficio es electricista y mi profesión,
a partes iguales, técnico en telecomunicaciones e informático.
Como se ve muy lejos de la lengua y la literatura.
[ Editar textos ajenos tiene más
de «Artes Aplicadas y Oficios Artísticos» que de «Ciencias».]
No obstante, soy un lector empedernido, y lo más interesante, no solo de ficción. Una de mis aficiones juveniles era coger un volumen cualquiera de alguna de las enciclopedias que rondaban por casa y leérmelo de cabo a rabo. Tal cual, artículo tras artículo. Facilitaba el trabajo que se trataran de enciclopedias ilustradas. En especial disfrutaba como un enano con la Monitor, que publicó la editorial Salvat entre 1966 y 1973. Otras dos que devoré sin pausa fueron la Enciclopedia Juvenil A-Zeta, de Credsa, y la Enciclopedia Básica Juvenil Dime… de Argos.
[Tengo entendido que Jorge Luis Borges leía la Encyclopaedia Britannica.]
Sí, durante años fui imbatible al Trivial Pursuit.
[Vale más que no diga a qué jugaba yo.]
Por supuesto, tal volumen de lectura me dio además una interesante capa de barniz literario. No me pregunten por los arcanos de la lengua, no soy capaz de explicar reglas gramaticales y sintácticas que sólo estudié en la primaria y la FP y ya he olvidado, pero como los gourmets «sé» a que tienen «saber» los textos, pero no sabría explicar los matices y «aromas».
[El amanuense ha desarrollado un método de tres niveles: obviedades, pijoterías y temas de gusto. Por ejemplo, yo escribiría aquí que «sé» a qué tienen que «saber» los textos. Es un tema de gusto.]
Así pues, me veo en la particular posición de poder revisar los escritos que me envían tanto en el plano literario como en el del puro dato.
[Editar textos ajenos es un arte, pero la ciencia nunca está de más.]
Con la ortografía ya soy menos categórico porque yo mismo sigo cometiendo alguna que otra falta bastante lamentable, principalmente en lo que respecta a las tildes.
[El amanuense ha descubierto hace poco que es «solotildista».]
Pero la tecnología suple en gran medida esa carencia, y gracias a ella he ido mejorando con el tiempo.
[No me fiaría yo tanto de la «inteligencia artificial»… todavía. Eso sí, está mejorando muy, muy rápidamente.]
No podría trabajar de esto como profesional, no dejo de ser un autodidacta con algo de experiencia: han sido miles los textos que han pasado por mis manos para publicar en el Sitio, y de su lectura y corrección también he aprendido mucho, sobre todo cuando he establecido una buena sintonía con el autor. Esto es fundamental por cuanto no todo el mundo sabe todo y cubrir las carencias propias siempre es importante.
[Es la actitud más correcta. Eso sí, «procure ser en todo lo posible el que ha de corregir, incorregible».]
En ese sentido la actitud de los autores va desde los que se niegan a tocar una coma de sus escritos, y los que dan carta blanca para corregir y rectificar todo lo que se considere oportuno, con los correspondientes grados intermedios. Está claro que es más fácil trabajar con los segundos, encantados en muchas ocasiones de librarse de la pesada tarea de la corrección del texto. Los primeros están claramente su derecho a no cambiar ni una coma, aunque en eso también hay razones dispares, desde el más puro cerrilismo: «a mi cuento no se le cambia ni una coma» a los que explican los porqués de su decisión.
[Los autores que reciben las sugerencias del amanuense suelen estar en el punto medio: diría que me aceptan la mitad. El criterio para seguir presentándolas no es que las acepten o no. Es más que suficiente que me expliquen por qué deciden aceptarlas o no.]
En cierta ocasión, propuse un cambio en una escena de lucha que me pareció especialmente confusa, pero según el autor se trataba de una descripción precisa de un lance del arte marcial que practicaba y no debía cambiarse so pena de desvirtuar la acción. Así se quedó, la escena me sigue pareciendo confusa, pero supongo que a los iniciados en tal arte marcial les resultará fascinante.
[Esto me fascina, y me intriga.]
Tampoco han menudeado las propuestas de cambio de finales en seriales y relatos. No me gustan los finales abiertos o poco ocurrentes y tengo la tendencia a proponer alternativas más coloristas. Una de las tareas del editor es proponer mejoras al autor, en el ámbito profesional lo ideal es llegar a la mayor cantidad de lectores posible, así que trasladar esa aspiración al ámbito aficionado no está de más. La respuesta al respecto es igualmente variada, desde la aceptación casi acrítica a la negativa más rotunda. No discuto al respecto, si así lo quiere el autor así se queda, y las razones también son variadas, desde dar un tono concreto al relato a preparar el camino para una segunda parte (que por lo general nunca llega) ¿Implica entonces que el material es malo? No, simplemente que lo publico más al gusto del autor que al mío. Los lectores juzgarán.
[La primera norma del amanuense es que el autor siempre tiene la última palabra.]
Con los datos la cosa cambia, mis lecturas enciclopédicas me hacen detectar errores con relativa facilidad. No voy a decir que sea capaz de corregirlos sobre la marcha sin consultar el dato dudoso, pero a la mínima sospecha de que algo está mal, busco el dato correcto, corrijo y lo hablo con el autor. Un aspecto curioso de esto son los nombres bárbaros (nórdicos, germánicos, anglos, ya saben…) Personalmente siempre tengo dudas sobre esas ortografías endiabladas, y consulto la correcta. Sin embargo, hay quien tiene una enorme confianza en sí mismo y escribe de corrido sin vacilar en tal o cual apellido de origen sajón, innumerables consonantes consecutivas y haches intercaladas (sin mirar ¿es Beethoven o Bethowen?).
[Podría suscribir este párrafo, con una sola modificación: busco el dato correcto, lo hablo con el autor y él lo corrige… si quiere. Por lo general, quiere.]
Finalmente, queda la labor de co-autor. Me llegan textos que debería haber rechazado sin más ceremonias, pero tienen un algo especial que me lleva, según leo, a rectificar y corregir hasta que el texto final, muy mejorado (lo digo sin falsa modestia), lo devuelvo al autor, que me suele agradecer encantado el trabajo que me he tomado. En estos casos me han ofrecido firmar el texto como co-autor, pero siendo en esencia las ideas, opiniones y estructura ajenas, prefiero que sea el colaborador original quien lo firme en solitario.
[Al amanuense nunca le han ofrecido aparecer como co-autor,
quizá porque siempre deja muy claro que su labor se reduce
a presentar unas sugerencias que no son para «sacar faltas».
Lo que me gusta es adivinar lo que el autor quería decir.
Lo ideal es que lo diga con sus propias palabras,
y que mis sugerencias *no* se noten.]
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El texto original está publicado en el Sitio :
https://www.ciencia-ficcion.com/
varios/firmas
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