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1 de Enero de 2023
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Treinta y ocho.
Cada uno de enero parecemos un personaje de Barrio Sésamo
enseñando a contar a los niños. Pero esto es más triste,
es la cuenta de los años que llevamos sin el tren Gijón-Sevilla.
Treinta y ocho años sin alternativa al autobús.
Alguno menos sin alternativa para mover las mercancías.
Treinta y ocho años escuchando que lo mejor para Zamora es disfrutar de nuestra tranquilidad y aire no contaminado, quitar vías y pagar un canon a ADIF, para que nos deje pasear por sus caminos, soñar con un futuro de abundancia cuando las autovías llegaran a Zamora, y después con otro futuro aún mejor cuando la Alta Velocidad por nuestra provincia pasara, (de pasar, como se pasa por un desierto que está en el camino, que no se nos olvide), o más disparatado aún, que un mundo mejor para los zamoranos es ir a trabajar a Madrid, y volver a Zamora cada día, recorriendo 500 kilómetros diarios entre ida y vuelta, porque podemos hacerlos muy rápido (como si hubiera un polígono industrial para todos al bajar en Chamartín), en un tren de 10.000 caballos de potencia.
Y eso, nos los dicen los mismos que después nos aleccionan sobre que vivimos en un mundo contaminado, y debemos adaptar nuestras costumbres a la agenda 2030 (una que dice no sé qué de la relación de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) con el ferrocarril…) Nos dicen también que Madrid es una aspiradora que absorbe toda la economía del país, creando una España vaciada que… Sin embargo, se cierran las rutas transversales potenciando una red radial, y nos animan a que vayamos a producir riqueza allí.
Que el mundo no es fácil de arreglar lo sabemos todos, pero ¿no es preferible que los gestores públicos, a los que pagamos por GESTIONAR, busquen la manera de acercar la industria a Zamora, en lugar de que busquen cómo llevar a unos pocos a trabajar lejos? Por un lado, porque no todos los trabajadores se lo podrían permitir. Por otro, porque la relación resultado/coste es un infinitésimo. En Zamora, sólo la capital ha perdido desde el año 2009 unos 5.000 habitantes. La provincia también tiene el dudoso honor de liderar la mayor pérdida de población del país, a pesar de (¿o en parte gracias a?) las autopistas y la Alta Velocidad.
Mientras tanto, cada día decenas de zamoranos van a trabajar a Benavente, a Toro, a Salamanca, a Valladolid, o a Puebla de Sanabria. Y lo mismo ocurre en sentido Zamora. En esta asociación somos unos cuantos los que hemos estado meses o años viajando cada día, ¡en coche!, a falta de alternativa viable por infraestructura o por horarios. Quién no conoce a alguien que no haya tenido, como mínimo, un susto con un animal, o con varios que cruzan la carretera. Sin embargo, empezamos el año con la noticia de que UE y gobierno descartan seguir invirtiendo en el ferrocarril vertebrador como Obligación de Servicio Público, porque «tiene un coste muy elevado, y no garantiza fijar población». Curioso, viendo que el modelo actual es más caro, y sólo aumenta la población de Madrid, ahora que con la alta velocidad radial cada trabajador se puede ir más rápido cada fin de semana, o los que se pueda permitir, a ver a su familia de jubilados que ha dejado en su no contaminada y tranquila tierra, en la que ahora, además, incluso ya se puede pasear gracias a unos pocos millones de euros invertidos en una vía verde.
En el país de las constructoras, con la entrada en la Unión Europea a mediados de los ochenta, el antiguo MOPU nos regalaba mapas con el periódico para enseñarnos cuántas autopistas se estaban haciendo. Y eran necesarias en aquel momento, aunque a los pueblos no les vinieron tan bien. Además, se elevaban los andenes, se sustituían los baldosines y cartelería de las estaciones, de las grandes… mientras se cerraban otras.
Después del boom de las autopistas, insisto, en el país de las constructoras, empezaron a crecer los kilómetros de líneas de alta velocidad, a cambio de dejar de invertir en el mantenimiento de las líneas convencionales, de los trenes, y también de las autopistas, que ya veis cómo están. Eso sí, conseguimos otro récord: tener la red de alta velocidad más infrautilizada del mundo, ya que somos el segundo país con más kilómetros de vías de Alta Velocidad. Pero al no ser el segundo país más grande, ni el segundo más rico, ni el segundo más poblado, tenemos una ratio de menos de 15 viajeros por kilómetro construido, frente a los 166 de Japón (que tiene una red en kilómetros, parecida a la nuestra, de unos 3.000), los 49 de Francia, u 84 de Alemania. Este dato, de 2016, sigue bajando a medida que se siguen construyendo líneas cada vez menos necesarias. Ya algún día aprenderán en Alemania o Japón de nosotros.
Parece que ya no quedan muchos más kilómetros de AVE por construir, así que quizá hay que ser optimistas, y pensar que a partir de ahora se va a dedicar más dinero a mantener lo que ya hay. Y si el mantenimiento no deja tanto dinero a las constructoras, que construyan. Pero algo útil para todos. Que construyan un nuevo ferrocarril, Ruta de la Plata, vertebrador, que mueva mercancías, que una las factorías con los centros de distribución de forma sostenible (que la agenda 2030 no es sólo que nos pongamos más ropa para ahorrar en calefacción).
Y no, siguiendo con las lecciones de Barrio Sésamo, esta vez de geografía, la Ruta de la Plata no pasa por Valladolid y Palencia.
Feliz y próspero 2023.
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