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Todo el mundo tiene derecho a leer a Tolkien.
En el mundo real, el Profesor tenía sus propias ideas
sobre la política, sobre la vida, sobre la muerte…
pero no se puede decir que hiciera propaganda
de ninguna de ellas en sus libros. La aplicabilidad
de las obras de Tolkien es mucho más amplia
que las ideologías -y las alegorías- al uso.
Espero que la señora Meloni siga leyendo a Tolkien
y que encuentre la aplicabilidad de sus obras
a los políticos que van a ser sus compañeros de viaje:
Silvio Berlusconi
y Matteo Salvini.
El tiempo lo dirá.
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