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Un farmacéutico alemán
del siglo de la Ilustración,
Alberto Seba,
que consiguió ganar mucho dinero con sus fórmulas,
dedicó parte de su riqueza a una afición: el coleccionismo.
Vendió su primera colección al zar ruso Pedro I el navegante.
Con los años vio lo importante que podía ser publicar
un catálogo sobre sus ejemplares y lo que de ellos había aprendido.
Así surgió esta magnífica obra, espectacularmente ilustrada,
que dedica muchas de sus hojas a animales y plantas del mar.
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2021/03/02/
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