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Enero de 2021
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Los trenes de la línea de Canfranc
han dejado de circular
a consecuencia de la nevada de estos días,
como todos (o casi) los trenes regionales de España.
Los de alta velocidad siguieron circulando
algunas horas más, pero también han parado.
La nevada ha sido importante, pero no tanto en Aragón
como en la Comunidad de Madrid, por ejemplo.
¿Podemos considerar normal este parón ferroviario?
¿Es aceptable?
Uno cuenta ya con suficientes décadas como para poder hablar del pasado y si, además, tiene memoria… Mi memoria me dice que, hace solo veinte años, cuando nevaba lo que se cortaba era la circulación de automóviles, autobuses y camiones, y la gente, así como las mercancías, utilizaban el tren, que seguía funcionando. En Aragón era así, especialmente, en las líneas de Canfranc y Teruel-Sagunto.
La razón era y es bien sencilla: mientras automóviles, autobuses y camiones corren el riesgo de patinar (o sea, de irse en una dirección distinta a la de la carretera) sobre la superficie helada de la misma, por lo que podían salirse o chocar con otros vehículos, el tren no patina. Y no patina porque no lo guía un volante que el conductor mueva a su voluntad (o contra ella), sino los carriles de acero sobre los que se mueven las ruedas (también de acero) del tren, que están provistas de unas pestañas que impiden que esas ruedas vayan hacia un lado mientras los carriles se dirigen hacia otro.
Esta diferencia esencial, unida al mayor peso del tren, es la razón fundamental por la que los trenes seguían circulando a pesar de nevadas iguales o mayores que la que ha caído ahora. ¿Por qué, entonces, ha ocurrido lo que decía al principio, que los trenes han parado mientras que las carreteras siguen en servicio?
Pues porque, mientras el Ministerio de Fomento tenía preparadas 1.440 máquinas quitanieves y 246.000 toneladas de fundentes (sal y otros productos que rebajan la temperatura de congelación del agua, evitando la formación de hielo), cifras que podrían duplicarse si contamos las máquinas y productos de que disponen las comunidades autónomas y diputaciones provinciales, Adif no tiene máquinas ni personal dedicado exclusiva o prioritariamente a este fin. Así, a poca nieve que caiga, se corta el tráfico ferroviario.
Antes no pasaba esto porque había máquinas y personal para manejarlas. Y no solo eso, sino porque había muchas más estaciones abiertas y con servicios, dispuestas a atender a los viajeros de un tren que pudiera quedar detenido por causa de la nieve. Pero la separación de Adif y Renfe hace que el primero no tenga casi locomotoras propias a las que dotar de cuña para apartar la nieve y tenga que pedírselas a Renfe. Además, las pocas máquinas quitanieves de que disponía están fuera de servicio. Por si esto fuera poco, como casi todos los trabajos que se hacen en las vías son encargados a empresas privadas, su plantilla está en mínimos y no es suficiente para completar la labor de las máquinas.
¿Cómo va a funcionar bien el ferrocarril en estas condiciones?
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