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“El capitán Nemo pareció haber concluido su relato
que, lo confieso, no veía yo en qué podía interesarme.
– ¿Y bien? le pregunté.
– Pues bien, señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo,
y sólo de usted depende que pueda conocer sus secretos.
El capitán se levantó y me rogó que le siguiera.
Le obedecí, ya recuperada mi sangre fría.
El salón estaba oscuro,
pero a través de los cristales transparentes
refulgía el mar.
Miré.
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2020/06/06/
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