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Aunque llega un poco tarde al tren
(no hay ferrocarril en la Villa
hasta marzo de 1863,
15 años después de la inauguración
del Barcelona-Mataró),
Bilbao logra ser la capital española
con más terminales y líneas
antes de finiquitar el siglo XIX.
Hasta siete estaciones cabecera
de otras tantas compañías ferroviarias
se instalan en la capital.
Los terrenos elegidos
para las primeras dependencias ferroviarias
están fuera del recinto de la ciudad,
al otro lado de la ría, en Abando.
La anteiglesia tarda aún unos cuantos años
en incorporarse a Bilbao,
que pide a gritos más suelo para su expansión.
La llegada del ferrocarril no hace s
ino acrecentar la urgencia de nuevos terrenos
para instalar a los miles de personas que emigran
al Bilbao próspero y emprendedor de finales de siglo.
La presencia del ferrocarril es decisiva
para atraer a una legión de trabajadores.
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2020/07/22/
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