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Hoy es 14 de octubre,
y en mi ciudad nos entra el yuyu
cuando llega ese día.
Tanto a los mayores,
como a quienes no conocimos este día
y lo aprendimos de ellos.
Hoy hablamos de Gota Fría, DANA,
Ciclogénesis Explosiva y cosas así.
Pero en 1957 apenas estaban el telégrafo y la radio
para poder avisar de las emergencias,
pero no eran suficientemente rápidas.
Hoy día, mis seguidores que venís a Valencia desde lejos podéis disfrutar de un hermoso parque de 14 kilómetros que ocupa el antiguo cauce del río Túria. A algunos os lo he enseñado parcialmente andando un rato por él, y os he contado el por qué de este parque. La Ciudad de las Artes y las Ciencias es visitada por miles de personas, pero nadie se pone a imaginar lo que había antes.
Y es que en la madrugada del 14 de octubre de 1957, el viejo Túria recogió gran cantidad de agua procedente de una de nuestras habituales Gotas Frías, pero no se pudo avisar a tiempo. El agua, furiosa, inundó Valencia en casi 3/4 de su superficie, destruyendo edificios y equipamientos públicos, y (lo que es peor) segando la vida de más de un centenar de personas (oficialmente, 85….) y provocando con ello el hartazgo final de mis convecinos tras tantas riadas, y (lo que es más curioso) de los mandamases «digitales» de la época, que le plantaron cara al mismísimo Franco. Que, evidentemente, les dio la correspondiente patada en el culo.
En lo ferroviario, la Riada hizo desaparecer la línea de Valencia-Jesús a Nazaret, que jamás se reabriría. Y puso sobre la mesa la reordenación de los ferrocarriles y la eliminación de los 264 pasos a nivel del término municipal.
Así que, cuando vengáis a Valencia y paseéis por el Parque del Túria, mirad hacia arriba, a los pretiles, e intentad imaginar una masa de agua llenando todo aquello sin control. Entenderéis así cómo luchamos para conseguir ese parque, mientras los políticos diseñaban el Nuevo Cauce y los ingenieros lo hacían realidad.
«El río es nuestro y lo queremos verde» fue el lema que se enarboló al acabar la obra, y aunque hasta 1979 estuvo pasando agua por el viejo río, la fisonomía de nuestro amenazante Túria cambió para siempre.
Y, como decimos en Valencia, «hasta aquí llegó la Riada»…
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