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En otra tira, Mafalda
le comenta a su padre
lo que va viendo
a través del cristal.
«¡Es todo tan lindo!…
¡Sembrados y sembrados!…
¡Eh!… ¡Y vaquitas!…»
Pero de nuevo la realidad
se planta delante de la ventanilla:
«¡Oh!… ¡Y esa pobre gente!… ¡Qué ranchito miserable!…»
A lo que el señor que viaja en el asiento de atrás,
con cara de pocos amigos y aspecto de restriñido, objeta:
«¡Pintoresco, nena, pintoresco!»
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2019/04/
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