Esta ilustración estaba – con otras muchas – en
http://www.coruscantlibrary.com/images/clones_battle2.jpg
<<<
En 1992 publiqué un texto sobre las fusiones bancarias, titulado «Observatorio económico».
Estaba escrito en un lenguaje vagamente galáctico.
Diez años más tarde, me apetece retomar la cosa y hacer otro intento de mirar más allá de mis narices.
Dentro de otros diez, si seguimos vivos, ya hablaremos de lo que haya pasado… y de lo que tenga que pasar.
El artículo trataba de la «Supercaixa» (CEPB, Caixa de Pensions i Caixa de Barcelona), del «Bancobaya» (BBV, Banco de Bilbao y Banco de Vizcaya), de la «Constelación Bancaria Española» (lo que luego fue Argentaria), del «Banco Centroamericano» (BCH, Banco Central Hispano) y del Banco Español Central de Crédito, que era un chiste sin pretenderlo. En las hemerotecas está que le hablaba yo entonces de Mario Conde y de don Alfonso Escámez. Ya ve usted quién de los dos era el más señor, al menos para mí. Aunque hubiera empezado de «botones». Y le decía que las «economías de escala» consisten mayormente en «integrar» oficinas próximas, especular con los inmuebles, despedir personal «excedente» y aumentar la productividad de los afortunados que siguen en plantilla. Tampoco me hacían falta grandes dotes proféticas para eso…
Y también decía que «el camino de las fusiones está jalonado de víctimas en diversos grados de traumatismo. Podríamos ganar algo de dinero haciendo apuestas sobre quién será el siguiente». Por no hablar de Conde, los últimos fueron Corcóstegui, Ybarra y sus muchachos, y… quién había de decirlo, Botín, que se ha visto de pronto ante los tribunales. No se entiende muy bien por qué la fiscalía desentierra el pleito de las cesiones de crédito precisamente ahora. Otras entidades que mencionaba yo en 1992 eran el Banco de Crédito Local y… el Atlético de Madrid. El banco, verdadera joya de la Corona de Argentaria, pasó a manos una entidad especializada en, ejem, ese tipo de clientes. Y el Atlético… ha dado mucho que hablar. Tampoco hacían falta grandes dotes de prospectiva para ver que habría problemas y dónde… Bastaba con mirar un poco.
Y terminaba diciendo que otro día le comentaré una frase muy oída en estos últimos treinta siglos, a saber, «Todos vamos en el mismo barco». ¿O es «banco»?
Si quiere leer lo que he escrito sobre eso, está en
«Todos vamos en el mismo barco»
<<<
Y ahora, vamos a jugar…
¿Qué ha pasado con la «Supercaixa», el «Bancobaya», la «Constelación Bancaria Española», el «Banco Centroamericano» y el Banco Español Central de Crédito?
«La Caixa» ha comprado una parte significativa del capital del Deutsche Bank. Afortunadamente no me «mojé» por escrito, porque mi primera apuesta de futuro era la ASLK-CGER, entidad belga con la que la Caixa de Pensions mantenía -y mantiene- fuertes lazos históricos… y económicos. En fin, ya conoce usted el chiste del ciclista que salía a paseo y se hacía remolcar por los camiones. Evidentemente, no llegaba a donde quería… iba al destino del camión. ¿Veremos algún día la «Barzelonische Sparkasse»? Tal vez… aunque la apuesta lógica era por «Caixamadrid», entidad resultante de la fusión de «la Caixa»… y Cajamadrid, naturalmente. Más abajo le diré por qué.
El Bancobaya y la Constelación son ahora el BBVA… ¿A dónde va? Cuando el PP y SuperGarzón terminen de deshacer lo poco que queda del poder de Neguri, o mejor dicho de Deusto, las cosas seguirán por el mismo camino que hasta ahora… Una vez más, el pez chico se ha comido al grande. El «punto de no retorno» será el cambio de sede social. La sede operativa hace ya tiempo que está en Madrid, naturalmente.
En cuanto al «Banco Centroamericano», se supone que Botín se lo tragó de un bocado. Pero hay un detalle curioso. El BSCH tiene el número 0049, que corresponde al antiguo Banco Hispano Americano. Su negocio está repartido entre España, Europa y naturalmente, América. Aunque ya no esté en el nombre, sigue en el número. Y la sigla tiene el inconveniente de coincidir letra por letra con la del famoso banco Hache I Jota Ka, el Hongkong and Shanghai Banking Corporation, también conocido como HSBC. Por eso les llaman «Banking Shanghai Corporation Hongkong». Los malos resultados de sus aventuras americanas tal vez les lleven a cambiar de nombre y dejarlo en «Santander» a secas, que sería lo suyo. Pues bien, yo le digo que mientras no cambien de número todo va a seguir igual.
Y lo que ha pasado con el Banesto es como mínimo curioso. Hace diez años era el banco de Mario Conde. Ahora es un banco de Botín. En el proceso se volatilizaron cientos de miles de millones de pesetas. Como la banca privada no acuña moneda, habremos de creer que han salido, una a una, de los bolsillos de los clientes, ¿de dónde si no? Y también se ha volatilizado el prestigio de las firmas de auditoría. Se habló bastante de Enron, y de otros casos en Estados Unidos… Oiga, si Banesto tuvo auditorías «limpias» hasta la víspera del famoso 28 de diciembre, algo falla, ¿no? Sigo creyendo que la fecha de la intervención no fue la más adecuada.
¿Y qué va a pasar ahora?
Si interpreto correctamente los augurios, el mapa bancario -y económico- de este país se está dividiendo en dos bloques: el azul y el rojo.
El azul está encabezado, obviamente, por el BBVA. Detrás vienen Telefónica, Repsol, Servired, Iberdrola, etcétera. Las empresas que lo componen se van cambiando el color del logotipo al azul.
El rojo es el de Botín. El Santander se cambió el color del logo hace unos años: antes era verde, como las montañas cantábricas. El BSCH es sólo uno de los bancos de Botín. También tiene el Banesto y, no lo olvidemos, Bankinter, que es naranja y lleva años trepando por el «ranking». Otras empresas «rojas» son 4B, Cepsa y, al menos vista desde fuera, la Caixa de Catalunya.
No creo que importe hacer cábalas sobre conspiraciones para comerse empresas como si fueran fichas de parchís hasta repartirse el mundo entero. Sólo hay tres colores básicos y los logotipos, por economía, tienden a la simplicidad. Si miramos lo que ocurre por ahí, las multinacionales que están conformando el mapa de la economía mundial también tienen logotipos simples. Muchos son azules, como los del Deutsche Bank, Visa, American Express, Ford, etcétera. Otros son rojos: Vodafone, McDonald’s o Mitsubishi… El color tal vez signifique algo. O tal vez no.
Volviendo a la península ibérica, las empresas que no encajan en la bipartición hacen lo que pueden por escapar del tinte. Los bancos medianos y pequeños lo tienen cada día más crudo. El Sabadell ahora es «azul». Se ha refugiado bajo el paraguas de «la Caixa» para evitar una OPA… que ahora puede hacer «la Caixa». La «otra» distribuidora de carburantes, BP, es extranjera, verde y amarilla. La «otra» telefónica, Retevisión, es morada: la mezcla de azul y rojo. Y su filial de móviles, Amena, es verde.
Entre las cajas de ahorros cunde el desconcierto cromático. Cajamadrid es verde. «Bancaixa» usa una rara mezcla de azules. La CAM tiene un logo complejo, un círculo naranja que lleva dentro un triángulo azul y un cuadrado verde. Etcétera.
Las cajas no han aguantado el tirón gravitatorio de las dos galaxias y su red de cajeros automáticos se ha escindido. Servired se ha quedado la parte azul y el resto se ha ido a la 4B, roja. La Caixa de Catalunya está en Servired. La CECA ha sobrevivido a este golpe, pero es obvio que ya no aguantará el próximo. Una fusión entre la Caixa de Barcelona y Cajamadrid la dejaría en la cuneta. Esta maniobra es políticamente difícil, pero económicamente sensata. Pone en el mapa bancario de una sola tacada una entidad de dimensiones comparables a las de los dos primeros contendientes… si hablamos de recursos ajenos. Si leemos todo el balance, la cosa cambia. Los bancos tienen más recursos propios y por lo tanto, más activo. Tal vez los «rankings» sean neutros, pero la publicidad que se les da es interesada. Cada uno enseña el que más le conviene en cada momento…
Y es que las cajas tienen una papeleta difícil en Europa, porque son únicas en su género. En todas partes, las entidades financieras son sociedades anónimas. Las cajas sobreviven en algunos países, pero suelen ser de propiedad pública, como la extinta Caja Postal de aquí. En Gran Bretaña cambiaron de forma jurídica para ser un banco «normal»… y se las comieron los tiburones. En Bélgica y en Italia, tres cuartos de lo mismo. Y aquí, ya veremos. Si las cajas españolas hacen una expansión por Europa, tendrá que ser en forma de sociedades anónimas. «La Caixa» ya ha hecho la prueba, con resultados poco prometedores. Es dudoso que la Unión Europea trasponga al resto de los Estados miembros la legislación española de cajas sólo por hacerles un favor a las dos o tres que pueden intentar la aventura. Por no hablar de las normativas de las comunidades autónomas, que eso ya sería… me faltan las palabras.
¿Ha visto usted «El ataque de los clones»? ¿No? Pues sáltese el siguiente párrafo y vaya al final.
La maniobra de los Malos consiste en comprar un ejército secreto de clones que utilizarán para hacerse con todo el poder. Engañan a los Buenos haciéndoles creer que son para estabilizar la situación política… que ellos han desestabilizado antes. En este mapa bipolar que hemos dibujado no hay forma de saber quiénes son los Buenos. Por higiene mental, supondremos que todos son Malos y que todos han ido a comprar ejércitos al mismo supermercado de clones. Ganará el que gaste más dinero en hacerse con todo el poder. Esto es lo que hay.
Como dice sucintamente José Ignacio Goirigolzarri: «El auténtico proceso de consolidación bancaria aún no ha comenzado».
<<<
>>>