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Proa, 3 de julio de 2000

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Dedicado a las personas

que me hacen preguntas.

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Cada día estoy más seguro

de que el Aerobus es la solución

a los problemas de transporte en Eivissa.

Se lo he dicho a bastantes personas.

Varias de ellas han tenido la gentileza

de hacerme preguntas.

Paso a contestar cuatro.

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La primera. Una persona cuyo sentido práctico valoro mucho me pregunta por qué me complico la vida predicando todo eso del Aerobus. A primera vista, no tengo nada que ganar en el asunto. Vale más que responda antes de que se forme usted ideas sobre mis motivos particulares. Y mejor si es públicamente… Como dice Mariano Planells en un contexto parecido, «scripta manent».

De entrada, sepa usted que mis móviles son totalmente egoístas.

Por una parte, si usted y yo fundamos una sociedad anónima, algún día cobraré dividendos. Cuando estén amortizadas las inversiones, mover viajeros y mercancías con unos costes operativos muy bajos será un buen negocio.

Por otra parte, quiero cuatro cosas:

Una, un pase vitalicio para viajar gratis siempre que me venga en gana. A la empresa le costará bien poco. Probablemente, ya estaré jubilado y tendría rebaja de todas formas. Esto también tiene repercusiones sobre mi futuro económico. Y me será la mar de útil cuando ya no me renueven el carnet de conducir.

Dos, un permiso perpetuo para entrar de visita en todas las dependencias de la empresa.

Tres, que los vehículos del Aerobus y las estaciones tengan nombres, y ponérselos yo. Estudiaré sugerencias.

Y cuatro, un epitafio que diga que hice algo para evitar que las personas se maten en accidentes de tráfico.

Como puede usted ver, no son móviles altruistas. Ni siquiera el último. Por razones que no hacen al caso, los funerales me ponen enfermo. Si son de víctimas del automóvil, más.

La segunda. Una persona que entiende mucho más que yo de los problemas de transporte en Eivissa me pregunta por qué quiero que se haga la primera instalación del Aerobus aquí, y no en algún parque de atracciones de la península, por ejemplo.

Bueno, una primera respuesta es que yo vivo aquí. Una mejora del transporte interior en Port Aventura, un suponer, a mí no me resuelve gran cosa.

Otra es que Eivissa será un buen «escaparate». Por aquí pasan cada año miles de personas de todas partes, que podrán usarlo o, como mínimo, verlo en funcionamiento. Además, cualquier cosa que se haga aquí saldrá bastante por televisión.

Otra es que en Eivissa no ha habido nunca un transporte público guiado. Será partir de cero, sin las ventajas ni los inconvenientes de recuperar líneas de ferrocarril clausuradas, como en Mallorca.

Otra es que comprar el «prototipo» implica por una parte el riesgo de sufrir problemas de «rodaje», y por otra que la empresa promotora se empleará a fondo en resolverlos cuanto antes, y lo mejor posible.

La última es que alguna instalación tiene que ser la primera. Si este invento conviene para Eivissa, hay que ser valientes y arriesgarse a que no salga todo bien de entrada. Porque si todo el mundo hace lo mismo, nunca lo vamos a tener aquí…

La tercera. Una persona que ha leído casi todo lo que me han publicado en los últimos seis meses me pregunta por qué escribo siempre sobre los problemas del transporte.

Una primera respuesta es que eso no es así. También escribo sobre otras materias. Ahora creo que he de centrarme en este asunto, pero en mis textos se deslizan siempre otras cuestiones. Es precisamente lo que debería evitar. He de luchar contra mi tendencia a la dispersión. Y qué quiere que le diga, vale más que me dedique a esto, porque no tengo nada interesante que contar sobre el «Gran Hermano» de la televisión…

Sobre el «1984» de Orwell…

Bromas aparte, la razón de fondo es que los problemas del tráfico son literalmente vitales y urgentes. Igual que en las guerras hay un muerto que es el último, llegará un día en que el automóvil se cobre su última víctima. Cuanto antes se ponga en marcha el Aerobus, mejor. Por eso tengo prisa.

Y la cuarta. Una persona me pregunta por qué firmo estos escritos como Juan Manuel Grijalvo, que es mi nombre, y «aka Aulendil».

Es lo que pongo en el correo electrónico. Lo de «aka» es la abreviatura inglesa de «also known as», también conocido como; Aulendil es mi «epesse», mi nombre de la Tierra Media, el mundo de Tolkien, que es uno de mis escritores predilectos. En sus libros hay muchos dragones. Como envié los textos a «Proa» por «e-mail», los duendes de la imprenta dejaron la firma tal como venía para publicarlos. A mí ya me está bien. Los nombres que te cuadran de veras siempre te los dan los demás. A veces lo hacen con buena intención.

Bueno, si usted también quiere hacerme preguntas sobre el Aerobus, o sobre otras cosas, no hace falta que tenga acceso a Internet. No estoy en las antípodas. Puede comunicarse conmigo por muchos medios, que no soy tan difícil de encontrar…

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