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Tomemos dos relaciones ferroviarias en dos países distintos.
Imaginemos que aterrizamos en el aeropuerto de Zurich,
y queremos coger el tren hasta el centro de la ciudad de la ciudad.
Es una línea con mucho tráfico: entre las dos estaciones circulan 8-10 trenes cada hora
entre S-Bahn (cercanías), Regio, Regio Express, Interregio, Intercity, y algún ICE despistado.
Cuando compramos el billete en taquilla, sólo nos piden a dónde vamos, no el tipo de tren.
El billete nos permite viajar en cualquier tren que circule entre las dos estaciones,
siempre con la misma tarifa, no importa el tiempo de viaje (entre 9 y 13 minutos),
sin preocuparnos de subirnos en el tren equivocado o tener que reservar plaza.
Ahora imaginemos que estamos
en la estación de Barcelona Sants
y quiero coger el tren para ir a Girona.
Es un corredor con un nivel de tráfico considerable,
con 4-6 circulaciones cada hora.
Renfe ofrece una variedad de servicios considerable entre las dos ciudades
con regionales, regionales express, MD, Avants, Euromeds, Talgos, y AVEs durante el día.
Cuando vamos a taquilla, sin embargo, no nos basta
con decir dónde queremos ir, sino que tenemos que escoger qué tren.
Renfe tiene siete tarifas distintas para hacer el mismo recorrido.
Aunque los tiempos de viaje varían bastante debido a la mayor distancia
(de dos horas del regional más lento a 38 minutos del AVE más rápido),
la variedad de precios es difícil de entender.
Por ejemplo, los MD y regionales express tienen tiempos de viaje casi idénticos,
pero el primero cuesta habitualmente un 25% más que el segundo;
Avants, AVEs y Euromeds tardan lo mismo,
pero tienen precios distintos – los Avant cuestan la mitad que los AVE.
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2020/01/16/
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