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Pues yo estaba en Bilbao
para una cosa muy chula
de la que os hablaré
en otra entrada.
Era viernes.
Había mil y pico personas
que habían pasado
un día estupendo
disfrutando de y con
diversas ramas del saber
(científico y artístico)
y eran las ocho de la noche.
Buena hora para salir,
dar un paseo,
buscar dónde cenar.
Había sido un día
caluroso y soleado.
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