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He aquí un ejemplo de libro
de lo que los palurdos llaman
“un bosque sucio”, lleno de bichería,
que está pidiendo a gritos que lo “limpien”,
sea con desbrozadora o con mechero.
Los hijos de estos palurdos, a los cuales la sociedad ha dado estudios pero siguen siendo tan obtusos como sus padres, usan otra terminología para describir el mismo concepto de espacio natural inalterado: un bosque mal gestionado. Estos palurdos de cuello blanco comparten la misma concepción de los espacios naturales que sus palurdos padres y abuelos: un espacio natural del cual no se extrae riqueza es un terreno desaprovechado. El valor del monte se mide en la cantidad de billetes que nos pueda suministrar, único valor y riqueza que conciben pues aún no han arrancado del subconsciente el instinto de supervivencia desarrollado tras generaciones pasando hambre. Los valores naturales, la riqueza ecológica son efectivamente lujos para quien no le llega para alimentar a su familia, pero deberíamos algún día superar esa cultura depredadora y empezar a comprender que existen otras formas de riqueza. Que quizá no es buena idea desmontar el recubrimiento de una pirámide para alimentar los hornos de cal o, sin irnos tan lejos, usar las piedras de un castro para levantar un murete para que no se escapen las vacas.
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2019/01/25/
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