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Última Hora, 20 de agosto de 2001

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En otras ocasiones hemos hablado de cambiar el modelo de movilidad. Para eso hacen falta tres cosas, a saber, dinero, dinero y dinero. A primera vista parece una broma. Pero ya ve, empieza usted con un presupuesto para cualquier cosa, se lo gasta y lo que necesita para seguir es… más dinero. Si lo consigue, tal vez pague lo que hacía falta, pero lo más probable es que precise… más dinero. Disponer de créditos ilimitados no garantiza el éxito, pero la escasez de fondos propios lo dificulta sobremanera. Veamos cómo se aplica esto a la sociedad anónima que instalará el transporte del siglo XXI en y entre Eivissa y Formentera.

Cuando monta usted una empresa, ha de llevar una contabilidad. En el activo apunta el valor de las cosas que tiene. Y en el pasivo cómo las paga, el importe de sus deudas. Lo ideal es financiarse con dinero propio y no deber nada a nadie. En teoría, esta situación se da a veces, pero en mis años como repórter de información comercial no recuerdo haber visto un solo caso. Los fondos propios de las sociedades anónimas se componen de capital social y reservas. No es aconsejable hacer negocios con las que no los tengan en cantidad suficiente.

Bien, ya tenemos suscritas las acciones y empezamos a pensar en otras fuentes de financiación. Lo primero que se nos ocurre es pedir dinero público. Nuestra empresa es de una utilidad pública indiscutible. Las subvenciones tienen la ventaja de ser a fondo perdido… pero todo lo demás son inconvenientes. Navegar por el proceloso archipiélago administrativo, desembarcar en la isla departamental indicada, explorar el inextricable laberinto burocrático, hallar la ventanilla adecuada, obtener el imprescindible impreso, cumplimentarlo en todos sus apartados, acompañar original y cuatro copias de la documentación acreditativa de que la solicitud cumple todos los requisitos, obtener la resolución favorable del expediente, aguardar mientras el interventor comprueba la existencia de la partida presupuestaria y la procedencia del cargo, esperar que el depositario autorice la libranza, seguir el trayecto de los fondos desde el Banco Oficial hasta nuestra cuenta… Eso si nos la conceden, claro.

Las administraciones tienen derecho a intervenir con medidas legales y administrativas en la marcha de nuestra empresa, para defender los intereses públicos. Pero las subvenciones les dan un derecho perpetuo no ya a «intervenir», sino a «interferir». Por eso dejo dicho desde ahora que si alguna corporación decide apoyarnos, tiene tanta libertad como cualquier otra persona física o jurídica para comprar acciones. Tiene tantos votos en la Junta General como títulos suscriba. Esto dura mientras no los venda. Nuestros Estatutos deberán poner límites a la concentración de capital. Como decía cierto admirable promotor de empresas, una nutrida lista de accionistas es una condición necesaria del éxito. Otro día, si usted quiere, hablaremos de las demás…

También podemos pedir préstamos a particulares o entidades financieras. No es gratis, ni siquiera barato, y encima hay que devolverlos… Pero al menos las reglas están claras. Los plazos y tipos de interés los fija el mercado. Suelen ser razonables. La fórmula clásica de las empresas de transportes es emitir obligaciones. Son para inversores prudentes que prefieren un interés fijo a un dividendo sujeto a imponderables. Para colocar nuestros títulos, necesitaremos contratos con entidades financieras. Sus analistas de inversiones suelen ser, digamos, muy conservadores. Así que ya ve usted, si alguno de ellos dice que nuestra empresa es viable, es que será un buen negocio. Lo ideal es que haya algún banco o caja de ahorros en nuestro «núcleo duro» de accionistas.

[ Por desgracia, a 22 de diciembre de 2018 ya no es posible cumplir este desiderátum. ]

El actual modelo de movilidad está agotado hace años. No hacía falta ninguna huelga de autobuses para verlo. El transporte del siglo XXI en y entre Eivissa y Formentera tiene que ser guiado, eléctrico, automático y elevado. Si las administraciones públicas no lo implantan, habremos de hacerlo los ciudadanos por nuestra cuenta. Porque un transporte eficaz es imprescindible para mantener en marcha el resto de los negocios. Y usted ya debía estar cansado de que siempre diga yo la última palabra en nuestras «conversaciones». Para que sean un verdadero diálogo, puede usted escribir a:

CONTACTO

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Condiciones necesarias del éxito (pendiente)

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