<<<
Uno de los pocos vicios más o menos sanos que tengo es que me encanta la fruta. Y como cada vez es más difícil poder encontrar en el comercio frutas bien sazonadas, en plenitud de sabor, es porque me decidí hace ya unos añitos a desbrozar una finca de mi padre y convertirla en un vergel (un terreno con árboles frutales). Lo que los british llaman an orchard.
Aquí tenéis un albaricoque que cogí hace poco; el único que pude probar, porque cuando volví al cabo de tres días a por sus compañeros ya habían desaparecido, y eso que la finca está vallada (estoy casi seguro de quién es, uno de esos jardineros del paisaje que los urbanitas han santificado, el mismo que pone los lazos, el mismo que quema para que pasten sus ovejas).
<<<
2018/07/30/
>>>