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Habíamos comenzado nuestro periplo por esta isla tan pequeña a Vila,

que había sido siempre el principal punto de entrada y salida de viajeros y mercancías.

Tiene un término municipal muy chiquitito.

A efectos prácticos, podemos considerarlo como un solo casco urbano.

El territorio de Sant Josep de sa Talaia es mucho mayor. Soporta toooda la demanda de movilidad que genera el aeropuerto. Según tooodos los gestores que tenemos, la única respuesta al crecimiento de dicha demanda es aumentar la oferta de vialidad. Así, la «mejora» de las comunicaciones del aeropuerto ha consistido exclusivamente en ampliar las carreteras. Eso ha sido, es y será la primera prioridad de la gestión de la vialidad a Sant Josep.

Antes había un «camí vell» de Sant Jordi y una carretera de Ses Salines. Ahora, los «desdoblamientos», los «falsos túneles» y las diversas obras de fábrica han configurado un… algo… que parece una autopista, pero es otra cosa. Algún día sabremos con certeza quién decidió que todas esas «mejoras» se hicieran como se han hecho, por qué y para qué. Mientras tanto, tendremos que conformarnos con elaborar hipótesis más o menos probables, en función de las curiosas anomalías que podemos observar, y de lo que vayamos sabiendo sobre los negocios de Matías Arrom Bibiloni y Enrique Ortiz Selfa.

Es evidente que el Consistorio de Sant Josep no ha tomado ninguna de las decisiones que nos han llevado a todo esto. El aeropuerto está ahí desde los tiempos de la guerra civil y la dictadura de Franco. La parroquia que alberga la sede del Consistorio no tuvo gran relevancia hasta que empezaron los diferentes procesos de turistificación. El cambio de uso de las fincas conllevó cambios en los precios de mercado. Mientras los propietarios se limitaban a alquilar las casas, no fueron excesivos. Cuando empezaron a vender las fincas, los precios devinieron exorbitantes. Algunos ganaron mucho dinero. Dejaron de comprar bicicletas y adquirieron automóviles más o menos utilitarios, más o menos suntuosos… Cambiar la primogenitura por un plato de lentejas crea una demanda nueva de movilidad, y eso implica «mejoras» en la vialidad y en los aparcamientos que han machacado materialmente los núcleos antiguos.

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Mingote

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Por ejemplo, en Sant Jordi de ses Salines han pasado de soportar el tráfico del aeropuerto en una travesía urbana a sufrir una variante que sólo es cambiar el problema de sitio. Las vías que ya no se usan para cruzar el pueblo se han convertido en aparcamientos para los clientes de las tiendas. Las «soluciones» sólo son más de lo mismo… mucho más de lo mismo. Como dice Fred Kent, «if you plan cities for cars and traffic, you get cars and traffic; if you plan for people and places, you get people and places»: si usted planifica las ciudades para los coches y el tráfico, tendrá coches y tráfico; si usted planifica para la gente y los lugares, tendrá gente y lugares.

En cuanto a las zonas de contacto con otros términos municipales, son «tierra de nadie».

La Platja d’en Bossa está a caballo de la «frontera» de Vila y los dos Ayuntamientos se pasan la bola… Allí nunca pasa nada, y si pasa no importa, y si importa… ¿qué pasa?

En la parte de Sant Antoni estamos viendo los efectos del maravilloso Plan de Excelencia de Cala de Bou, una metástasis del peor urbanismo de Sant Antoni de Portmany que llega hasta el Port des Torrent. Al parecer, el objetivo es impedir como sea que los huéspedes de los hoteles vayan a Sant Antoni. La movilidad sólo es venir desde el aeropuerto hasta un «todo incluido» y volver al aeropuerto por el mismo camino. Y la prioridad es habilitar para usos turísticos todo el suelo susceptible de urbanización.

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Creo que el alcalde de Sant Josep tiene verdadero interés por mejorar la accesibilidad, y no me extrañaría que impulse algunos cambios positivos, pero -que yo sepa- hasta ahora sólo han llegado al edificio de la Casa Consistorial. Es una labor difícil. La ubicación del pueblo es la que es por una serie de razones que -probablemente- tenían sentido en 1235. Ahora tiene más inconvenientes que ventajas, pero la inercia de las administraciones dificulta o impide cualquier cambio. Como dice Edward de Bono, «we may need to solve problems not by removing the cause but by designing the way forward even if the cause remains in place»: puede que necesitemos resolver problemas sin suprimir la causa; hemos de diseñar el método para seguir adelante incluso si la causa sigue existiendo.

Como es natural, este pequeño trabajo no pretende analizar a fondo la vialidad a Sant Josep, ni sentar cátedra, ni cosa parecida.

Sólo es pensar en voz alta sobre algo que es uno de los problemas más difíciles que tenemos sobre la mesa.

Otro día, si usted quiere, podemos repetir el ejercicio a Sant Antoni de Portmany.

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