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Tren de Felipe II – ALSA – Foto de F. Javier Martín

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Dedicado a Cis Lenaerts

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Hemos visto por encima

las prioridades

de los gestores de la vialidad

en esta isla tan pequeña.

Primero los públicos,

y después los privados.

Peeero… las prioridades de la gestión de la vialidad deben ser las de los usuarios. Según el gran poeta cubano José Martí, hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Para eso hacen falta, por ejemplo, salud, dinero y amor.

Nuestro curioso sistema económico y el estúpido modelo de movilidad que lo acompaña nos han dado unos medios de transporte que nos quitan la salud y el dinero. Como dice concisamente Neus Prats, «És als cotxes que s’ha de donar preferència a aquesta illa. Som imbècils».

Procede ordenar nuestras prioridades. Como dicen los ingleses, «Fast, good or cheap. Pick two.» Rápido, bueno o barato. Escoja dos.

Rápido… Los coches pueden parecer rápidos, pero si suma usted los euros que nos gastamos en comprarlos y mantenerlos, y los que se nos van en pagar carreteras y peajes en sombra, y los divide entre las horas de trabajo que nos cuesta ganarlos, descubrirá que los coches son lentísimos. Los ahorros de tiempo que prometen son tan falsos como el resto de los embustes que componen la publicidad de los fabricantes.

Bueno… Para mí, la primera cualidad de un medio de transporte es que sea seguro. Cada día nos llegan noticias de algún accidente de tráfico. Los coches y las motocicletas generan riesgos inaceptables.

Y barato… Ya hemos visto que no lo es, ni lo puede ser, aunque sólo fuera porque los automóviles particulares circulan tal vez una hora al día, y están inmovilizados el resto del tiempo, ocupando unos aparcamientos que pueden costar más dinero que los propios vehículos.

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Tal vez se acuerde usted de Cis Lenaerts. Era el perfecto «piloto de pruebas» para cualquier mejora de la accesibilidad, y tenía grandes conocimientos, visión amplia, verdadera sensibilidad… en una palabra, sabiduría. Este artículo tendría que haberlo escrito él.

Algunas de las verdaderas prioridades de la vialidad, desde el punto de vista de los contribuyentes que pagan unas facturas abultadísimas, son éstas:

  • Ir andando a todos los lugares que estén cerca.
  • Ir en bicicleta hasta los sitios que no estén tan cerca.
  • Tener buen transporte público hasta todos los puntos que ahora son atractores de tráfico.

Entre todo el complicado panorama actual hay una nota que me gusta. «Automóviles Luarca, S. A.», más conocida como ALSA, ha desembarcado en esta isla tan pequeña. Es una empresa que me ha demostrado varias veces una notable capacidad de gestión. Ahora es una importante multinacional, aunque Luarca tenga aproximadamente la misma población que Sant Joan de Labritja. Como amigo del ferrocarril y promotor del transporte público, me ha interesado mucho leer en «La Nueva España» de Oviedo que «Alsa ha sido autorizada para tener un centro de formación de personal ferroviario, incluidos maquinistas de tren, con lo que la compañía asturiana de autobuses y autocares da así un paso más en el sector ferroviario de viajeros, que se abrirá a la competencia en 2020. Alsa implantará su centro de formación en Madrid, y a corto plazo también lo extenderá a Asturias y León».

No creo que ALSA haga ferrocarriles por aquí, al menos a corto plazo, pero todo lo que sea bueno para el transporte público es un paso en la dirección correcta.

Por otra parte, la vialidad debe facilitar el trabajo de los servicios de urgencia, de los taxistas, de los repartidores y de los transportistas en general. Y la última prioridad de todas tendría que ser, naturalmente, la circulación de los coches privados. El aparcamiento colapsa las ciudades, las carreteras arruinan el erario público, la factura de los combustibles no se puede pagar, tenemos encima el cambio climático… y mientras tanto, la mayor preocupación de los poncios de turno y de los traficantes de asfalto es «desdoblar» la carretera de Santa Eulària.

Aquí viene a cuenta una cita del Informe Subercase:

«La concesión o privilegio exclusivo para ejecutar y explotar una obra pública es un asunto muy grave, especialmente cuando se trata de una gran línea de ferrocarril, aun cuando no sea más que por la facultad inherente a la misma de desposeer a un sin número de propietarios. Porque esta facultad no debe concederse nunca sin grandes e indudables motivos de utilidad pública, tanto más grandes y seguros, cuanto mayor sea el número de familias que han de ser inquietadas en la pacífica posesión de sus tierras, y arrojadas quizá de sus hogares».

Pues eso: las prioridades de los usuarios resultan ser diametralmente opuestas a las de los gestores, tanto públicos como privados. No necesitamos más vialidad, ni más movilidad, aunque sea «sostenible». Necesitamos accesibilidad. Para mí, el objetivo de la maniobra es que el recuerdo de Cis Lenaerts pueda ir conmigo a todas partes. Que su espíritu viva para siempre.

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