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18/04/2018
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La tierra de origen
del gran imperio romano,
la península itálica,
y más en concreto
su enorme capital, Roma,
a pesar de su fertilidad,
se vio obligada a importar grano
de las provincias ultramarinas
y vino de las islas Cícladas
y de la Bética.
Todo este comercio
llegaba en barco
a las tierras itálicas
inicialmente a través
de dos grandes puertos:
Ostia y Puteoli.
El puerto de Roma
fue el de Ostia,
mientras que el segundo
daba servicio a la zona
de la actual Nápoles.
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