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Por una curiosa hipocresía de la historia,

nuestra cultura reserva

un lugar venerando a los rebeldes,

los que rompieron moldes y, con su ímpetu

(aunque lo pagaran muy caro a veces),

nos han traído hasta aquí,

cúspide del desarrollo humano.

Rebeldes fueron Espartaco, Cristo, Prisciliano, Bruno, Lutero, etc.

La rebeldía de la juventud es un icono romántico de las vanguardias.

Hasta que nos toca a nosotros.

Hasta que hemos de habérnoslas con un rebelde,

uno que no atiende a nuestras razones

ni comparte nuestros principios.

Ahí nos sale la Raza.

La de siempre.

La que nos ha traído a las susodichas altas cúspides en que nos encontramos.

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2017/12/

deconstruyendo-la-rebelion.html

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