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A cierta legendaria aldehuela llamada Jelem
(nombre en ídish de la ciudad polaca Chelmno)
le atribuyó el humor judío
una capacidad talmúdica para la tontería,
pero una tontería elaborada, sustanciosa, compleja;
una estupidez producto de una lógica literal
llevada, a menudo, hasta sus últimas consecuencias.
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