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Ultima Hora, 6 de septiembre de 2000
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Los problemas del transporte se están planteando
a partir de una serie de afirmaciones falsas, a saber:
como los ciudadanos quieren tener coche,
y pueden tener coche, deben tener coche.
Primero.- «Los ciudadanos quieren tener coche». No. A los ciudadanos se les obliga a comprar un coche, o dos, o más, porque la inversión pública va a remolque de «las demandas públicas» que presenta «la opinión pública». En otras palabras, de «la opinión publicada», y de la publicidad de los fabricantes de automóviles. En la misma medida en que los medios de comunicación dependen de unos ingresos por propaganda comercial, no son «independientes». Los fabricantes de automóviles gastan cada año unos noventa mil millones de pesetas en anuncios. Hasta en euros es un montón de dinero. Leer los periódicos no tiene por qué ser la mejor guía para la actividad pública. Ver la televisión, tampoco.
Segundo.- «Los ciudadanos pueden tener coche». No. Según J. M. Menéndez, «comprar el coche soñado nos cuesta, como media, entre 6 meses y 2 años de sueldo». A menos renta, más caro sale. Esto lo publica una revista tan poco sospechosa de parcialidad contra el automóvil como es «Tráfico» («El precio de la ilusión», en la página 37 del número 141). «Si además de la compra sumamos los costes de mantenimiento, seguro, impuestos, etcétera, cada conductor español dedica anualmente al automóvil cerca de medio millón de pesetas. Es decir, el 20 por 100 del salario medio anual. Así, en sus 42 años de vida media como conductor, los españoles llegan a invertir en automóviles más de 20 millones de pesetas». Ahí queda eso. No sé aún qué porcentaje del gasto público enterramos en asfaltar y bachear calles, carreteras, autopistas y demás, pero no creo que baje del 20 por 100. Si estos recursos se invirtieran en transporte público, viajar sería gratis, como el alumbrado de las calles, y aún sobraría dinero, y no poco, para otros menesteres.
Tercero.- «Los ciudadanos deben tener coche». No. La mayor parte de la población no puede tener coche, porque no puede conducir. A mí me parece que los fondos públicos se han de invertir en transporte público. Otra cosa es lesionar los derechos de la mayoría, que depende cada vez más de los automovilistas para desplazarse. Tener -y pagar- un coche no es obligatorio. Si es usted automovilista, recuérdelo la próxima vez que le toque cambiarlo.
Otro día, si quiere, podemos hablar de lo que dice la Constitución sobre el derecho a la movilidad. Es un texto muy interesante, que deberíamos releer siempre que algo nos parezca justamente eso… anticonstitucional.
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El inalienable derecho constitucional a la movilidad…
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