Hoy es 20 de julio de 2004. Hace treinta y cinco años, Neil Armstrong llegó a la Luna. El evento histórico del día es la toma de posesión de los setecientos treinta y dos diputados al Parlamento europeo. Entre ellos está Bernat Joan i Marí. Una sola acta, en una cámara tan numerosa, puede parecer algo meramente simbólico. Su voto no basta para bloquear las iniciativas de los grandes grupos, por muy perniciosas que sean. Hacia el año 1020 antes de Cristo, David venció a Goliat (1 Samuel 17). Por una vez, el débil ganó al fuerte, pero eso ocurre con tan poca frecuencia que el caso aún se recuerda hoy. Se ha convertido en un episodio mítico de la historia sagrada. Es decir, David es un personaje arquetípico, y su honda es un símbolo.
Los resultados electorales de ERC y sus coaligados no han hecho tambalearse el sistema. Como decían ellos mismos el 15 de marzo, ahora les harán falta dos coches para ir a Madrid. Son un partido minoritario que no tiene una influencia decisiva en Europa, en el Estado español o en los Països Catalans. Ni siquiera en el Principat. Su acción puede ser básicamente simbólica. Esto es lo que hay.
Entonces… ¿por qué el acta de Bernat Joan es la mayor alegría que me ha dado jamás eso que se ha dado en llamar la política?
Es una larga historia. Verá usted, yo vine a Eivissa por primera vez en 1977, como un turista más. Por aquella época leí una carta al director del Diario de Ibiza que me pareció muy interesante. Escribí al autor, que era precisamente… Bernat Joan, y me contestó. En 1982 me vine a vivir aquí y me puse de nuevo en contacto con él. Ya ve que sigo su trayectoria desde hace más de cuatro días.
En 1987 corrimos juntos la aventura de organizar unas actuaciones del cantante Josep Tero. La experiencia nos sirvió para fundar el Ateneu Cultural d’Eivissa. Por razones que no hacen al caso, la entidad no llegó a «despegar». Pero los dos seguimos siendo socios… al menos, simbólicamente. Y, como dice él, «després d’un temps d’inactivitat, aquesta associació resta com una possibilitat més dins l’àmbit cultural de la societat eivissenca».
Más tarde estuve de «oyente» en la presentación del Moviment de Defensa de la Terra en Eivissa. Fue un acto muy cargado de simbolismo. Había un intérprete para traducir las preguntas del castellano al catalán. Las respuestas se daban en catalán, y el intérprete también las tradujo. Y cuando uno de los periodistas se dirigió a él llamándole «Bernardo Juan», todos comprendimos de pronto la enorme utilidad simbólica de aquello. Al fondo de la sala había dos caballeros con gafas oscuras, que me retrotrajeron (nada simbólicamente…) a mis «felices» años setenta en la Universidad de Barcelona.
Bernat Joan tiene talento. Eso, en sí, no es un mérito. Es un don, y si no se usa no sirve para nada. Lo que importa es lo que ha hecho con él. «Exempli gratia»: escribir – y publicar – dieciocho libros sobre sociolingüística y otras materias relacionadas, cinco obras de teatro, dos novelas… y muchísimos artículos y textos breves para los periódicos. Todo eso, manteniendo siempre un nivel de corrección, interés, estilo y calidad formal más que aceptable… y una coherencia entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace que no abunda tanto como debiera, y aún menos en los ámbitos de la política.
En 1999 inicié mi propia andadura mediática como promotor de un sistema nuevo de transporte público en y entre Eivissa y Formentera. Eso ha pasado por publicar una serie de artículos sobre movilidad en la prensa, y por mantener un «website» con el poco original nombre de dominio de www.grijalvo.com, que me ha servido – entre otras muchas cosas – para ir publicando en Internet cierto número de artículos míos y – cada vez más – ajenos. Uno de los primeros textos importantes que conseguí fue «La dimissió dels pares (versión castellana)», de Bernat Joan, que había aparecido en el «Diario de Ibiza» el 12 de febrero de 2001. Salió con un comentario mío titulado «Para el carro».
Ya sabe usted que yo no me «meto en política»… y si ha leído «Filosofía y política», también el porqué. El trabajo de Bernat Joan tiene muchas facetas. Puede usted discrepar de él en todo o en parte, pero si le acepta las premisas, sus razonamientos son muy sólidos. Y sus textos sobre educación son magistrales. «La dimissió dels pares», y también «L’hiperdesconcert educatiu d’Eivissa», «Responsabilitat d’hòmens», «Sancions als pares?», etcétera, están escritos con las luces de su experiencia de muchos años como profesor y son, literalmente, brillantes.
Y también he publicado un texto suyo que se titula «Zoologia drapera: de la gallina a la vaca». Es un trabajo sobre los símbolos del nacionalismo español, en apariencia irónico y distendido… pero ya ve usted que eso no se puede tratar superficialmente. Desde los bisontes de Altamira hasta Mickey Mouse, pasando por el águila romana o el dragón de Gales, el peso simbólico de un tótem tribal sólo es comparable al de la bandera. Bernat Joan es sociolingüista, «id est», un estudioso de las palabras y de los símbolos, y de su enorme fuerza sobre el inconsciente colectivo. Así y todo, el caso es que el artículo rezuma buen humor y me divirtió muchísimo. Espero que nos escriba otro sobre la loable iniciativa del «burro català», cuando sus múltiples ocupaciones se lo permitan…
<
<
La travesía del desierto no ha terminado, ni mucho menos. Pero Bernat Joan tiene bastantes razones para el optimismo. Para empezar, quién podía imaginarse en 1977 que el futuro pudiera traerle semejante cargo… porque el cargo en sí era impensable. Para seguir, el escaño se ha revalorizado muchísimo desde el mes pasado a éste. Es un voto entre setecientos treinta y dos, pero la cámara representa – mejor o peor – a cuatrocientos cincuenta millones de ciudadanos… que se dice pronto. Y para terminar, todos sabemos que el acta valdrá mucho más en sus manos que en otras. Como filólogo, puede aportar una luz muy necesaria para clarificar la redacción de unos textos legales que tienden a ser oscuros y farragosos. Su elección es el fruto de muchos años de un trabajo riguroso y constante, mucho más conocido – y reconocido – fuera de Eivissa que en su propio «petit bocí».
Por todo eso, seguiré como «socio» de Bernat Joan. Porque sé que va a trabajar por el verdadero interés de todos los que vivimos en estas islas, por mejorar nuestra calidad de vida. Es decir, por el interés público. Aunque a veces no coincida con el interés general. Como diría Kipling, que fue un gran investigador de los simbolismos, «that’s another story»…
>>>