
Ilustración de Pep Tur
Ultima Hora, FDS, 20 de diciembre de 2002
A veces lee usted en un periódico un titular como el que sigue: «La lluvia provoca dos accidentes con dos heridos muy graves». Como ya estamos acostumbrados a todo eso, lo pasamos sin más reflexiones y seguimos leyendo como si nada. Son dos accidentes de carretera más. La culpa no es de los conductores que circulaban demasiado deprisa, ni de las autoridades que no aplican mis «recetas» para cambiar el modelo de movilidad. Estos dos accidentes los ha provocado la lluvia. Por lo tanto, procede citar ante los tribunales al responsable de la lluvia, para que indemnice a las víctimas.
Y es que por esta regla de tres, lo mejor que puede hacer usted cada vez que llueva es quedarse en casa. Si la lluvia causa los accidentes, lo normal sería que todos los automovilistas tuvieran accidentes ese día. El caso es que la práctica totalidad de los viajes acaba sin problemas. Por otra parte, si hay cien mil personas en las carreteras y va a morir una, la probabilidad de que le toque a usted es bastante mayor que la de ganar el «gordo» de la Primitiva. Y mucha gente juega todas las semanas…
Esos accidentes no son consecuencia de la lluvia, sino de un modelo de movilidad basado en el coche. Si es normal que haya una o dos muertes cada vez que las carreteras se mojan un poco, tendremos que cambiarlo. El agua y el asfalto son incompatibles. Lo usan para pavimentar caminos precisamente por eso.
Por otra parte, el asfalto tiene sus propios inconvenientes. A usted quizá le parezca necesario seguir cubriendo Eivissa de alquitrán, pero no querrá tener cerca de su casa la industria que prepara ese material tan imprescindible. Y transportarlo por mar o por tierra tiene ciertos riesgos. El petróleo y sus incontables derivados son componentes necesarios del modelo de movilidad al uso. Este hecho, combinado con las «facilidades» que ofrecen eso que se ha dado en llamar «banderas de conveniencia», garantiza esas ocasionales mareas negras… que tendremos que soportar con resignación. Esto es lo que hay.
Pues ya lo sabe usted. Cuando las leyes tutelen efectivamente su derecho individual a no tener cerca de su casa una planta asfáltica, todo el modelo entrará en crisis. Piense usted cómo puede prepararse para el cambio. O siga pagando los verdaderos costes que tiene el modelo de movilidad. Sin ir más lejos, hoy está lloviendo…
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