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Ciertas cuitas sobre la ciudad incierta
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Editorial: pepitas de calabaza, Logroño
ISBN 84-88455-52-6
Una editorial con menos proyección que un cinexín pero con muchas más luces :
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Indice y breve repertorio de citas escogidas y comentadas por Juan Manuel Grijalvo
[ Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Este libro es un concentrado de vitaminas para la mente, presentadas en unos artículos concisos. Iluminan los temas que tratan con una claridad que puede hacer daño a la vista de algunos. Aquí siguen unas muestras a modo de aperitivo, con enlaces a los artículos completos. ]
09 – Presentación
09 – Contrariamente de lo que se piensa, los libros no los hacen los escritores sino los editores. A lo sumo, los autores que figuran en la portada suministran el grueso del texto, igual que los fabricantes de ladrillos ponen los materiales de las casas, – aunque en el caso de éstos nadie dice que son ellos quienes hacen las casas.
09 – Durante mucho tiempo cometí el error de creer que la escritura en los periódicos tenía algún sentido, y me di a ello con inusitada ilusión.
10 – Sólo cuando me convencí de lo nefasto e inútil que era escribir para los periódicos se me ocurrió intentar salvar algo de lo ya escrito juntándolo en libros.
[ El autor nos dice que esta Presentación no es «un texto que me entusiasme». Pues a mí sí. Me bastó eso de «Durante mucho tiempo cometí el error…» para darme cuenta de que tenía que leer el resto del libro. Dejo constancia de mi agradecimiento al editor Julián Lacalle y al librero Agus por haberme puesto en la mano este banquete para la inteligencia, un verdadero oasis entre todo ese… toda esa… vaya, entre todo eso. ]
13 – Las escapadas continuas y el aumento de las comunicaciones entre metrópolis y provincias dieron lugar a teorías del territorio en las que se acuñaron términos complicados como «el dominio urbano ilocal», «sistemas de ciudades», «corredores estratégicos» y eufemismos por el estilo. Todos fueron arrinconados por la fórmula mucho más publicitaria de «aldea global» que mezclaba la nostalgia por la pérdida de los lugares donde se daba la comunicación directa (aldeas) con la nostalgia de la desaparición de las ideologías globalizantes o «totalitarias».
[ Cuando se aplican esas teorías a una isla de unos quinientos kilómetros cuadrados, que se puede cruzar a pie en una jornada… ]
15 – 1984 ó La era del hombre mosquito
15 – Para la posteridad, Newton dijo que estaba debajo de un manzano cuando descubrió la ley de la gravedad. Cuando yo hice el descubrimiento que les voy a relatar, estaba en Auteuil, Paris, buscando el número 96 de la rue la Fontaine. Era enero de 1991.
La calle, esa fue mi observación, la componen dos zonas: la calzada y las aceras. La calzada, a su vez, se subdivide en otras dos: una destinada a un ignominioso almacén de vehículos privados y otra, una zona tan peligrosa como un polígono de tiro, por donde pasan proyectiles y obuses (aunque un estratega militar de la última guerra diga que ya no se llaman así) de las más variadas marcas y calibres. Las aceras se subdividen igualmente en dos zonas: una destinada a albergar motos privadas, papeleras y señalizaciones varias, y otra totalmente intransitable por las cagadas de perro y las pisadas de ídem.
[ Es que no se puede describir mejor la cosa. ]
20 – Los lugares no tienen memoria
21 – Por ejemplo, nadie ha escrito hasta la fecha una sola palabra en el sentido de que la apertura al mar de Barcelona ha sido un claro signo de destrucción del lugar Barcelona en tanto que el mar es el no-lugar por excelencia; o que la conclusión de sus cinturones de ronda significaban el fin de ese lugar Barcelona que proyectó Cerdá y que construyó todo un siglo; o que frente a la Sevilla de las callejuelas y los patios, la Expo de la Cartuja era el mayor insulto concebible al lugar.
[ En las respectivas páginas de este site iré situando enlaces a lo que nos dice el Sr. Diez del Corral sobre estas ciudades y sobre otras. ]
025 – Lugar, ciudad y transportes. El caso de Logroño
29 – Tamaño y transportes
Ciento veinte mil habitantes, dirán algunos, no es gran cosa comparados con los millones de las grandes conurbaciones del mundo, pero esa no es la cuestión. La magnitud de una ciudad ha de ser considerada en función de otros elementos, tales como el paisaje.
33 – Otro «estudio» sobre el tráfico ciclopeatonal (todo Ayuntamiento incompetente suele padecer fiebre de encargar estudios) confirma que sólo cuatro chalados van en bici por la ciudad, pero estima (sin decir en qué se basa la estimación) que en Logroño habrá unas treinta mil bicicletas metidas en las casas, ocupando los pasillos, las terrazas o los trasteros y pudriéndose, digo yo, como las farolas del polígono de El Sequero.
35 – Perspectivas urbanas
35 – La fiebre de la movilidad en el hombre contemporáneo es tal que que para curarla a fondo sería preciso toda una revolución cultural y no esas mentecatas campañas publicitarias de los gobernantes con mala conciencia de «use el transporte público» que no sirven para nada.
35 – Desmontar el mundo de la movilidad, hacer que cada cual vuelva a estar en su sitio, es una tarea inmensa pero también irrenunciable ante el ocaso de occidente y del mundo, ya avistado por los filósofos más lúcidos y los contables más honestos.
36 – Así que la eliminación de la movilidad, incluso aquella que trata de recuperar situaciones pasadas, nos lleva a plantearnos otras cuestiones como ¿cuál es el sitio de cada cual?, o ¿cómo volverá cada cual a encontrar su sitio?
Echemos un vistazo a esos campos agrícolas magníficamente labrados por las máquinas y casi absolutamente desiertos de gentes. Ahí estaban no hace cincuenta años todos aquellos que ahora se aprietan a vociferar en los estadios de fútbol o corren de un lado para otro por carreteras y autopistas. Pero echemos también un vistazo a los periódicos: seguro que un día sí y otro también nos traen la noticia del reajuste de personal de una fábrica (incluso las de automóviles ¡aahhh!), volviendo a dejar a los viejos campesinos, y ahora usuarios del estadio o la autopista, otra vez descolocados. El problema de esa gente no es que les quiten el coche para ir por la autopista hacia el estadio (razón por la que mayoritariamente ellos suelen protestar), sino que con la nueva descolocación se les plantea otra vez, con toda su crudeza, la búsqueda de su sitio en el mundo. Cerrados los campos por unas máquinas que cultivan mucho mejor que ellos con sus mulas, y expulsados de las fábricas que producen mucho mejor con sus robots que con sus manos y martillos, ¿dónde se meten?
41 – Propuestas concretas
41 – La primera medida a tomar ¡ya!, sin contemplaciones y ningún género de duda, es eliminar todos los vehículos privados actualmente aparcados en la calle, o sea, los diecisiete mil que tiene contabilizados el Ayuntamiento. Es una vergüenza, insostenible ni un día más, que la calle pública sea utilizada como almacén de propiedades particulares.
41 – Vistas con cierta imparcialidad, hay que convenir que la mayor parte de esas casas estacionales son una verdadera birria y un atentado al buen gusto, así que sólo se mantienen en pie porque han sido hechas por sus dueños a su imagen o semejanza, o aún peor, al gusto del arquitecto de turno.
[ Lea, lea usted este artículo. Las propuestas son… ]
46 – El medio ambiente y sus enemigos
46 – [ Milan Kundera dixit: ] «Camino: franja de tierra por la que se va a pie. La carretera se diferencia del camino no sólo porque por ella se va en coche, sino porque no es más que una línea que une un punto a otro. El camino es un elogio del espacio. Cada tramo del camino tiene sentido en sí mismo y nos invita a detenernos. La carretera es la victoriosa desvalorización del espacio, que gracias a ella no es hoy más que un simple obstáculo para el movimiento y una pérdida de tiempo».
[ Cuando se aplica la misma teoría a los ferrocarriles… ]
49 – Carril bici
50 – Hacer el carril bici en Logroño, dicen ahora, sería un lujo.
Curioso lujo, sí, el de los chinos. El de no contaminar, no gastar combustible, no hacer ruido, no provocar accidentes mortales, tomar el aire, saludar al que pasa, llegar antes y no ocupar apenas espacio en la calle.
Pues bien, lo que aquí se quiere decir con todo esto del dinero y del mal gobernar es que el carril bici que demanda la bici y que es coherente con el espíritu de la bici, no es el de los asfaltos de colores y de los semáforos ortopédicos sino el de una simple rayita blanca que de tanto en tanto insinúe protección y esté regulada por una simple ordenanza municipal.
[ Una de mis «piedras de toque» es la necesidad de la segregación de tráficos… Los ciclistas no son peatones con ruedas. ]
53 – Ciudad y casco antiguo: siete notas
57 – Atentados y salvajadas al margen lo normal es que los agentes del dinero o del poder, incapaces de penetrar en el casco histórico, inventen otras estrategias: por ejemplo, declararlo todo él monumento. Se matan así dos pájaros de un tiro: 1) mediante unas complicadas y asfixiantes ordenanzas formalistas se le va quitando toda su vitalidad interna en materia de construcción; y 2) el tener un casco histórico monumental es el mejor justificante para que los agentes del modelo liberal puedan seguir haciendo de las suyas en el resto de la ciudad. Sólo es cuestión de escala. Listos que son ¿eh?
[ Decididamente, me interesa mucho que venga el Sr. Diez del Corral a dictar una conferencia en Eivissa… ]
59 – Arquitectura y Patrimonio
59 – La hipótesis que trato de demostrar aquí, y sobre la que a posteriori reflexiono nuevamente, es la de que toda la problemática que envuelve al tema de la intervención en el Patrimonio Artístico o Arquitectónico radica en el hecho soterrado de una “apropiación colectiva del mismo”, y no por sus valores urbanos o culturales, como se hiciera en otros tiempos, sino en el sentido que tiene el Patrimonio a la hora de la Declaración de la Renta.
[ … porque aquí está ocurriendo esto exactamente. ]
65 – La piel de la ciudad
65 – En el acto fundacional, el sumo sacerdote clava su bastón en un punto del territorio: ese será el corazón de la ciudad. Después se aleja cierta distancia y describe un círculo en torno a él: dibuja la línea de separación entre la ciudad y el entorno salvaje, la piel de la ciudad.
Fue mi hermano Alberto, un inexperto en temas urbanos (sólo los inexpertos nos pueden abrir los ojos), quien me señaló la importancia de los bordes de la ciudad. Le prometí entonces un artículo en esta revista.
[ Éste le hubiera gustado a Villangómez.]
69 – Barcelona: del seny al disseny
69 – Los catalanes son hoy muchos más españoles de lo que dicen. Hace unos años, Albert Boadella trató de hacerlos pasar por alemanes ridiculizándoles en aquella ácida comedia titulada Catalonia M7. Y si bien es cierto que algo de esa eficacia europea aún conservan, la pérdida de referencias culturales, la zancadilla, el provincianismo y hasta la corrupción carpetovetónica han obtenido carta de naturaleza en Cataluña con la construcción de la Barcelona Olímpica. Eso sí, con mucha discreción.
69 – La sustitución del “seny” (sensatez), esa palabra mágica que identificaba a los catalanes como pueblo autónomo y envidiable, por el “disseny” (diseño), esto es, el no-seny, ha conseguido no sólo dejar a Cataluña a este lado de los Pirineos, sino también acabar con la ciudad de Barcelona tal como era.
70 – Los cinturones de ronda
71 – Habrá que advertir, mal que les pese a los actuales gobernantes, que a pesar de la discontinuidad en el tiempo, en este tema de los cinturones de ronda se ha dado una gran continuidad entre la política del ínclito alcalde Porcioles con la del socialista Maragall, y que éste último no ha hecho sino acabar las obras de aquél poniendo punto y final a la Barcelona abierta de Cerdá.
72 – El mar
72 – Hoy en día, la destrucción de una ciudad mediante cinturones de ronda se vende en cualquier parte del mundo con sólo mencionar el beneficio que eso representa para los coches, pero en el caso de Barcelona, como lo que se destruía era toda una teoría construida de la ciudad, los responsables de la empresa les han puesto a los barceloneses otro caramelo para que piquen sin darse cuenta: la apertura al mar.
77 – Los edificios deportivos
77 – Pero vayamos ya con las construcciones olímpicas que tienen que justificar los desastres hasta aquí enumerados.
81 – El bibelot
81 – He dejado para el final la aguja pinchada en el Tibidabo, sobre la que he sostenido una particular polémica con Félix de Azúa. Mientras él dice que se trata de un bibelot neolítico, yo opino, sin embargo, que esa torre, por sí sola, compensa arquitectónicamente todas las zafiedades cometidas en la ciudad.
[ A mí me gusta más la antena de Calatrava que el pirulí de Foster, pero es público y notorio que soy «fan» de Calatrava. ]
83 – La heroica Logroño
84 – Los ciudadanos de Logroño son gentes de campo. A comienzos de siglo nuestra ciudad tenía sólo veinte mil habitantes, y buena parte de ellos estaban dedicados a las tareas agrícolas. La mayoría de los cien mil restantes que completan el actual censo han venido de los pueblos de la provincia, así que en todo encuentro entre dos logroñeses la pregunta de rigor es, ¿y tú de qué pueblo eres?
[ El Sr. Diez del Corral es de Anguciana ]
86 – Carta a un estudiante de arquitectura
87 – Claro que también la construcción se transfigura en escultura humanizándose: la arquitectura griega no es otra cosa que la «esculturización» de la construcción. Cuando un pilar, o una junta entre muro y suelo son tratados con la delicadeza de una moldura, la arquitectura aflora. En este último sentido, toda construcción en la que no haya un interés escultórico no merece ser llamada arquitectura.
[ Esta última frase resume exactamente lo que me daba vueltas en la cabeza desde que empecé a plantearme por qué me gustaban unos edificios y otros no… Me faltaba la expresión justa. Es ésta. ]<<<
Movilidad – Logroño…
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