Mi pequeña colección de pitos y silbatos

Ultima Hora,  2 de marzo de 2006

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A mí, la verdad, las manifestaciones me interesan más bien poco. Voy porque hay que ir. Transmiten mensajes muy simples y muy pobres. En casos extremos, se reducen al ruido que produce la percusión de un palo sobre una cacerola. Para más inri suelen ser casi siempre negativos, de oposición a lo que sea. Pero son un recurso más, cuando los que tienen los resortes del poder se niegan a escuchar lo que dice la tropa. Por eso estuve en… unas cuantas, en los tiempos de aquel general de cuyo nombre no quiero acordarme.

En los últimos años hemos visto muchas. Es un síntoma de que las cosas no van por donde debieran. Como es natural, la valoración depende de quién las organice. No hará falta que le dé ejemplos, porque lo que estamos viviendo últimamente me ahorra el trabajo.

Las manifestaciones no son el mejor medio para promover ideas. La presencia personal es anónima, asistir no compromete a nada y no tienen efectos legales. No hay forma de saber cuánta gente hubo, porque no se celebran en locales cerrados y no se puede hacer ningún tipo de control de aforo. Si se convocan a las ocho de la noche, alguien que trabaja de camarero y se va a las ocho y cuarto porque tiene que estar a las ocho y media en el restaurante, ¿ha estado o no? En cuanto a los menores de edad, no votan y pueden ser ninguneados sin más historias. A pesar de que ciertas decisiones carísimas y erradas, como la de construir autopistas en esta isla, están hipotecando muy gravemente su futuro.

Las plataformas ciudadanas sin personalidad jurídica no tienen existencia legal. Por lo mismo, son ninguneadas por sistema. Tienen los mismos puntos débiles que esas manifestaciones más o menos espontáneas. Sólo sirven para juntarse contra algo, y resultan del todo inútiles cuando se trata de emitir mensajes positivos o de vertebrar iniciativas a largo plazo.

En cuanto a las recogidas de firmas, son otra variante de la maravillosa actividad de dar palos al agua. Su valoración depende… cómo no… de quién las organice. Si son para pedir – o para exigir… – un referéndum contra los catalanes, son buenas, y el Superior Gobierno tiene que convocarlo ahorita mismo. Si son para otra cosa, pues depende. En cualquier caso, tienen el mismo defecto que las manifestaciones: no comprometen a nada. Usted firma, se pone un escapulario contra la mala conciencia de no estar haciendo todo lo que debiera, y yattá.

Se supone que las manifestaciones, las plataformas y las recogidas de firmas sirven para dar voz a la «mayoría moral». Se supone que esa «mayoría moral» lo es porque tiene «fuerza moral». Pero, si ha estudiado usted física en el bachillerato, sabrá que fuerza moral es igual a masa moral multiplicada por aceleración moral. De modo que estos tres, digamos, vehículos de ideas ejercen poca fuerza porque tienen mucha masa, pero poca aceleración. En el otro extremo, los grupúsculos de activistas también resultan ser débiles: mucha aceleración… y muy poca masa. En mis tiempos en la Universidad de Barcelona, allá por los «felices» setenta, tuve ocasión de analizar estos problemas en detalle. Aquí y ahora, las circunstancias resultan ser sorprendentemente parecidas, porque las autoridades «pasan» de la moral y recurren a la fuerza a secas.

¿Qué hacer ante todo ello? Yo quiero transmitir un mensaje positivo, y más complejo de lo que cabe en un «slogan». Por ejemplo: la solución para los problemas de la movilidad en y entre Eivissa y Formentera no es más de lo mismo, es fundar una sociedad anónima privada que ponga en marcha una red nueva de transporte colectivo. Ha de ser guiado, elevado, eléctrico y automático. Para eso necesito la firma de usted que me lee… al pie del cheque con el que pagará las acciones que compre. Y su participación activa en la gestión de la empresa. Hemos de fomentar una mentalidad de intervención continuada, no puntual. Esto implica un trabajo que durará mucho tiempo.

La herramienta para hacerlo ha de ser una persona jurídica de carácter privado. La democracia representativa entrega los sistemas de guía de las administraciones a grupos de ciudadanos que han sido elegidos entre los afiliados a los partidos políticos… por los dirigentes de dichos partidos, naturalmente. Los ciudadanos podemos escoger entre las candidaturas, como podemos elegir entre los equipos de fútbol. Pero contamos muy poco – o nada… – en las instancias donde se decide de verdad quién puede ser parlamentario, ministro, conseller o lo que sea. Y los vicios y las deseconomías de las demenciales estructuras administrativas que lastran esta isla están impidiendo muy efectivamente cualquier acción útil. Me tienen sin cuidado las buenas intenciones de los políticos. Ya sabe usted que sólo sirven para empedrar el camino del infierno.

Internet está resultando una herramienta de comunicación muy útil. La prensa da cada día más peso a la edición digital, que tiene la ventaja – para mí, decisiva – de conllevar una hemeroteca fácilmente consultable. Siempre se había dicho que los periódicos eran los archivos de las trivialidades. El papel sobre el que están impresos esos sesudos artículos de pensamiento que tanto me gustan servirá para envolver pescado mañana mismo. En mi caso, opté por poner en marcha mi propio «website». Me cuesta más o menos el mismo dinero que otros se gastan en tabaco. Y me da un nivel de control sobre lo que digo mucho más elevado que un «blog». Ahí, cualquier indocumentado puede publicar – y publica – textos de sintaxis incomprensible, llenos de faltas de ortografía, que contienen la misma información útil que un gargajo. Lo estamos viendo en «Eivissa Confidencial», torpedeado cada día por unos cuantos impresentables que lo llenan de basura.

Pero visitar un «website» o leer un artículo de prensa… tampoco compromete a nada. De manera que haré una presentación de mis ideas en un local cerrado. Necesito al menos una hora para explicar de palabra mis «recetas». Las plazas serán forzosamente limitadas, de manera que no habrá convocatoria pública y sólo podrán venir quienes tengan invitación. Si le interesa saber más, póngase en contacto conmigo. Me encuentra usted en

(( Contacto ))

o, como siempre, buscando verdades por ahí fuera…

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