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Ultima Hora, 23 de noviembre de 2003

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El día 31 de octubre de 2003

apareció en «Ultima Hora»

una entrevista de D. José María Alonso

con D. Santiago Rodríguez-Miranda

que me ha interesado mucho.

Entresaco algunos párrafos.

– «En cuanto a Balears, pediría una simplificación administrativa. Hemos creado una gran complejidad de entes. Tenemos de forma residual la vieja administración, la autonómica y la insular. Las administraciones insulares podrían ser eliminadas si el Tribunal Constitucional decretara que la ley de Consells es anticonstitucional. Pesa una espada de Damocles sobre toda la arquitectura política. Y luego los ayuntamientos. Todo esto es un exceso de administraciones, de competencias y de funcionarios y creo que habría que realizar un pensamiento de racionalidad sobre la estructura político-administrativa de Balears».

– «¿Suprimir los Consells?»

– «No. Racionalizar. A lo mejor deben existir como organismos de ejecución. Lo que no se pueden mantener son tantas administraciones para tan pocos ciudadanos».

Verá usted, yo tengo una «receta» para mejorar la movilidad en y entre Eivissa y Formentera y otra para comunicar Sant Antoni con Dénia, donde estaría el enlace con la red ferroviaria de alta velocidad. Como dice D. Santiago Rodríguez-Miranda, «El desplazamiento encarece, dificulta el desarrollo económico y esto hay que corregirlo, porque además hay un mandato constitucional». La racionalización de los sistemas de transporte es la herramienta imprescindible para ordenar el territorio y paliar las discontinuidades. Pues bien, el mayor obstáculo para resolver cualquier cosa en esta isla es la arcaica división municipal que padecemos. Quizá fuese útil en el siglo XVIII, cuando los vehículos habituales eran el carro de caballos y el barco de vela. Ahora estamos en el XXI y tenemos automóviles y aviones.

La vida administrativa está centrada en la Vila d’Eivissa. Pero el Consell, lejos de aportar una simplificación de los trámites, sólo ha servido para crear otro nivel más de burocracia. Los famosos consorcios y mancomunidades, que «coordinan» sobre el papel las numerosas instituciones titulares de las competencias sobre cada actividad, mantienen todos los vicios de la administración «residual»… y nos sorprenden cada día con alguno nuevo. Y la actual «sintonía» entre las administraciones del Consell, del Govern Balear y de esa cosa tan poco «residual» que se llama laxamente «Madrid» nos ha deparado una resma de megaproyectos que superan de largo la capacidad de gestión de los aparatos actuales. Como decía el Conseller de Turisme Josep Marí Ribas, «Agustinet», poco antes de que el Pacte perdiera las elecciones: «Hay proyectos financiados por la ecotasa que no se han podido materializar aún por cuestiones burocráticas». La ecotasa desapareció y los expedientes aún no habían acabado su Via Crucis de trámites. Y es que, si falta el preceptivo informe técnico de tal o cual municipio, cuya entrega se demora porque el funcionario competente para hacerlo está ocupado en tareas más urgentes, el asunto se paraliza y yattá.

Esto es como una tarta de bodas de seis pisos. Los ayuntamientos son el primero, los consorcios el segundo, el Consell el tercero, Palma el cuarto, Madrid el quinto y Bruselas el sexto. A los contribuyentes nos toca pagar el convite y callar, porque no hay mecanismos para poner en cuestión el modelo. Como idénticas causas producen idénticos efectos, supongo que la situación en Mallorca y Menorca debe ser bastante similar a la que sufrimos aquí.

La solución para Eivissa es una agregación de municipios. La idea me la dio una persona que sabe muchísimo más que yo del asunto. Tiene la simplicidad de lo genial. La fusión da paso a un solo ayuntamiento que ejerce una administración única en la isla. Como tiene todas las competencias del Consell, convertimos tres pisos de la tarta en uno. Racionalizamos la relación con las administraciones foráneas, evitando duplicidades, deseconomías y «puenteos». Hablar con una sola voz nos robustecería mucho en negociaciones con terceros. Tener una sola caja permite acometer proyectos mayores.

Todo eso haría pensable una red nueva de Aerobus, el transporte público que resuelve las comunicaciones en y entre Eivissa y Formentera. Sólo la puede montar una sociedad anónima privada. Ahora mismo, tendría que obtener una concesión administrativa, con el beneplácito de tooodos los ayuntamientos, del Consell… y tal vez de una mesa del transporte, convocada oportunamente para dar audiencia en el trámite a tooodos los sectores sociales implicados, incluyendo – tal vez – a la sección de movilidad del Ateneu Cultural d’Eivissa. Basta que cualquiera de esas instancias vete el proyecto para que el expediente se paralice «sine die». En esas condiciones, ningún inversor privado se molestará siquiera en presentarlo. Para qué…

Y si tenemos que esperar a que las propias instituciones pongan en marcha esa imprescindible red nueva de transporte público… estamos aviados. Por poner un ejemplo bien notorio, los aparatos de toma de decisión no se ponen de acuerdo para resolver las rondas de Vila, que son un asuntito trivial comparado con el Aerobus. Las calles de Vila se acaban a tres metros de esa «vía rápida» que rompe en trozos la trama urbana. El bulevar de Abel Matutes Juan es un ejemplo de libro de cómo no hay que hacer las cosas. La falta de un enlace desde la segunda ronda a la clínica de Ca’n Misses obliga a los automovilistas – y a las ambulancias – a dar rodeos kilométricos. El polideportivo municipal y la Comisaría tienen parecidas dificultades. En fin, podríamos multiplicar los ejemplos, pero ya ve usted que no hace falta.

Técnicamente, aún soy estudiante de Derecho, porque empecé la carrera y no la he terminado. De mi paso por la facultad me quedó una cierta herrumbre de leguleyo, pero mi actitud ante la vida siempre ha sido más filosófica que jurídica. Así y todo, me atreví a publicar un artículo titulado «El inalienable derecho constitucional a la movilidad«, que es una aproximación al asunto a la luz de esa Ley de Leyes que D. Santiago Rodríguez-Miranda ayudó a materializar en aquellos tiempos de tanta incertidumbre. Me alegra coincidir con él en la necesidad de una simplificación administrativa en Balears.

Por buena fortuna, Formentera no tiene necesidad de esa descomplicación. Pero he aquí lo que decía Isidor Torres Cardona en el número 19 de «Gea, Quadern de la terra»: «Els nostres recursos ens permeten fer allò que cal fer com a municipi, però no el que és necessari atendre com a illa». Me ha dado mucho que pensar.

Otro día, si usted quiere, podemos seguir sopesando las ventajas y los inconvenientes de la actual división administrativa en Eivissa y Formentera. Me interesa sobre todo que me hable usted de las ventajas… porque yo no consigo verle ninguna.

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