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La línea  de alta velocidad

entre Barcelona y París

está en problemas.

Desde hace un par de años

TP Ferro, la concesionaria,

anda llorando, maldiciendo,

poniendo pleitos y/o enfrentándose a Fomento

diciendo que no le cuadran las cuentas y pidiendo que la rescaten.

La empresa lleva en concurso de acreedores desde hace casi un año;

la historia probablemente acabe con la infraestructura

y su abultada deuda (400 millones)

en manos del estado español y francés.

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