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Como puede leerse
en el pequeño fragmento
que he seleccionado de la memoria
sobre navegación submarina publicada
mediado el siglo XIX por Narciso Monturiol,
no cabe duda de que se trataba de un hombre
resuelto, soñador y, sobre todo optimista.
Muchos otros no compartían
la positiva visión de una España creciente
en su camino hacia la industrialización
pero, aunque las cosas se torcieran una y mil veces,
para el genio catalán el futuro siempre aparecía
dando forma a un mundo mejor, donde la tecnología
resolvería gran cantidad de problemas.
Y no le faltó razón, en cierto modo.
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