Manuel Maristany – Operación Impala
20.000 kms. en motocicleta a través de África
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Reseña (bastante ferroviaria…) del libro
Índice de la primera edición,
breve repertorio de citas
y notas de Juan Manuel Grijalvo
[Comentarios de Manolo Maristany]
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«Operación Impala» es el relato de un viaje desde Barcelona hasta Barcelona, pasando por la Ciudad del Cabo. Como en la Odisea, el final del trayecto es Ítaca, pero ¿qué sabe de Ítaca el que nunca ha visto otros lugares? Kavafis lo explica perfectamente:
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
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Cinco expedicionarios, con tres motocicletas Montesa Impala y un Land Rover, cruzan el trópico de Capricornio, el Ecuador y el trópico de Cáncer. Los ingredientes del libro son, entre otros, el diario de viaje de Manolo, su archivo de fotos, las epopeyas homéricas y las interesantes citas que hilvana cuando vienen a cuento. Me hace pensar en lo que dijo Brecht sobre la originalidad:
«Son hoy incontables – se lamentaba el señor K. – los que se jactan en público de poder escribir sin ayuda de nadie grandes libros, y esto es algo por lo demás generalmente aceptado. El filósofo chino Chuang-Tseu escribió en su madurez un libro de cien mil palabras integrado por citas en sus nueve décimas partes. Hoy ya no es posible escribir libros como ése: falta el espíritu. Por eso se fabrican las ideas en el taller personal y a quien no produce en cantidad suficiente se le tacha de holgazán. Claro que tampoco hay pensamientos que uno pueda hacer suyos, ni fórmulas que uno pueda citar. ¡Qué poco necesitan todos ésos para desarrollar su actividad! ¡Una pluma y unas cuartillas es cuanto pueden mostrar! Y sin ayuda de nadie, con el escaso material que un solo hombre puede llevar en sus brazos, ellos levantan sus chozas. ¡No conocen edificios más grandes que aquellos que es capaz de construir una sola persona!»
La traducción de la cita es de Joaquín Rábago.
«Operación Impala» es un libro ameno e instructivo que se lee como una novela de aventuras y/o como un relato iniciático. Las citas de Homero no le vienen grandes en absoluto. Los riesgos que corren los protagonistas son muy reales: los accidentes, el agua contaminada, los gérmenes patógenos, los parásitos externos e internos que causan esas tremendas enfermedades africanas, los ataques de los bandidos, las actividades de las Administraciones públicas… Hoy no se podría repetir este viaje. En su día transcurrió mayormente por territorios gobernados por el Imperio Británico. El nivel de seguridad pública era justo el suficiente como para plantearse la expedición. Ahora mismo, en esos lugares se libran con frecuencia combates armados cuyo fin es controlar la obtención y/o el comercio de tal o cual recurso, que resulta imprescindible para la supervivencia de nuestra bella civilización occidental. Por ejemplo, el «coltan», tan útil para fabricar teléfonos móviles. Es difícil saber cuántos millones de personas han muerto por esa materia prima, pero en cada terminal que desechamos hay una parte alícuota de la sangre humana derramada por los «señores de la guerra».
Curiosamente, Manolo dice ahora que le costó poco trabajo redactar el libro. Puede ser, porque lo escribió «en caliente». Por otra parte, acaba de publicar «La enfermera de Brunete», una novela de mil y pico páginas en la que ha invertido muchos años. Por comparación, el esfuerzo del «volcado de memoria» de «Operación Impala» le parece mucho menor. Estas notas no tienen más pretensión que convencerle de que lea el libro. Otro día, si usted quiere, hablaremos de «La enfermera de Brunete».
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Entrando en materia, aquí está lo que nos dice la contracubierta del libro:
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EL AUTOR
Manuel Maristany Sabater nació en Barcelona en 1930. Estudió la carrera de Derecho en la Universidad y desde muy joven practicó los deportes más nobles: alpinismo y esquí. Como resultado de sus experiencias escribió un libro, todavía inédito, «Ha nevado en La Molina», que recoge el ambiente, las anécdotas y algunos tipos curiosos de aquel centro de deportes de invierno.
Maristany no pertenece a eso que se ha venido en llamar «el mundo del motor». Como él mismo dice, «si fui elegido para tomar parte en la expedición, no fue por mi inclinación al motorismo, sino por mi afición a la fotografía y por cierta benevolencia que lleva a mis amigos a leer lo que escribo en mis ratos libres».
Día a día recogió en su diario y con su cámara todas las incidencias por las que atravesó «Operación Impala» en su constante peregrinar hacia el Norte. Con este material ha escrito el presente libro, feliz encuentro de la acción con la observación.
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005 – IN MEMORIAM
A mi hermano Amadeo.
Dejó de existir una mañana de agosto, bajo las azules aguas de Ibiza, cuando contaba treinta y tres años de edad.
«Hay belleza en la dignidad de una vejez que se extingue lentamente, pero quizá no haya menos belleza en contemplar una vida cuyo brillo no llegó a empañarse.»
Al parecer es una cita porque viene entrecomillada, pero Manolo no menciona al autor.
[Te quejas de que yo no menciono a su autor. Te lo aclaro ahora: son las palabras con las que sir Clinton Dent, presidente del Alpine Club de Inglaterra, encabeza el libro «Die Gefahren der Alpen», escrito por el doctor austriaco Emilio Zgismondy, que se mató en el curso de una escalada a la Aguja de La Meige, en los Alpes del Delfinado, a sus jóvenes 24 años, en agosto de 1885. No la mencioné en mi libro al suponer que el alpinismo es un deporte minoritario que interesa muy poco al común de la gente, solamente a una minoría de chiflados entre los que me encuentro yo.]>>>
007 – CARTA AL AUTOR A MODO DE PRÓLOGO
Breve texto introductorio de Jaime de Foxá
[Jaime de Foxá, hermano de Agustín, el autor del polémico «Madrid, de corte a cheka», escribió el prólogo de la primera edición de «Operación Impala», que luego desapareció de las otras. Era amigo de mi padre, cazador como él, afición que detesto. Supongo que al director de Editorial Juventud de entonces le parecería poco correcto políticamente.]>>>
011 – NOTAS DEL AUTOR
¿Ha leído usted «The Hobbit», de Tolkien? En caso afirmativo, ya entenderá por qué le pregunto esto cuando lea estas notas.
[Mi querido amigo, lamento informarte que no lo he leído. Me suena a cuento de duendes, a enanos, a reyes y princesas encantadas. Ya me ha pasado la edad. Algo así como el actual «Juego de Tronos» que chifla a la audiencia. Y hablo de oídas porque no miro la tele. Para fantasías medievales, me quedo con el «Ivanhoe» de Walter Scott. Huyo como de la peste de la ciencia ficción y de la historia novelada (si hay alguien es capaz de asumir semejante incongruencia). No soporto que cualquier chisgarabís de tres al cuarto me coma el coco. Admito también que mi sensibilidad esté anclada en el pasado y que tampoco hago ningún esfuerzo para acomodarme al paso de los tiempos. «La Odisea» fue mi libro de cabecera durante nuestro periplo africano. Aun conservo el ejemplar, manchado de salsa de espaguetis (la preparaba Enrique Vernís) y alguna que otra mosca tse-tse prensada entre sus paginas amarillentas. Reconozco que la belleza de su lenguaje florido no sea digerible por la actual juventud, pero tienes que admitir que rechinó al gran arco circular, crujió la cuerda y saltó la puntiaguda flecha, tiene una enorme fuerza expresiva. Casi oyes volar la flecha por encima de la multitud. Homero sigue estando por encima de modos, modas y lenguaje creativo (sea lo que sea lo que esto signifique)]>>>
013 – Capítulo I – LOS PREPARATIVOS
Y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros.
Miguel de Cervantes – «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha»
017 – … se me encomendó la obtención de los visados.
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Manolo conserva el pasaporte que utilizó durante el viaje.
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026 – De la infinidad de preguntas que nos hicieron, la más asombrosa fue la siguiente:
– ¿Y por qué vais?
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030 – Capítulo II – EL VUELO
Rechinó el gran arco circular, crujió la cuerda y saltó la puntiaguda flecha, deseosa de volar sobre la multitud
Homero
032 – El aeropuerto de Roma es una gigantesca rosa de los vientos, cuyas flechas apuntan a todos los rincones de la tierra.
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037 – Capítulo III – EN UN EXTREMO DEL MUNDO
Sudáfrica
043 – El «apartheid» – la discriminación – no es una idea moderna ni original de los boers.
Aquí Manolo hace una interesante digresión sobre la Sudáfrica de entonces.
[Dudo mucho que la actual Sudáfrica sea el paraíso que soñó Nelson Mandela. Ayer leí en la prensa que en el País del Arco Iris se cometen 43 asesinatos y otras violaciones diarias (cito de memoria, pero por ahí van los tiros) y otros tantos asaltos a casas. Nuestro record del Ampurdán está muy lejos de estas cifras aterradoras. Dudo mucho que salgan para adelante (con permiso de la corrección política).]>>>
049 – Capítulo IV – LA PARTIDA
En llegando a la nave y al divino mar, echamos al agua la negra embarcación, izamos el mástil y desplegamos las velas; cargamos luego las reses y por fin nos embarcamos nosotros mismos, muy tristes y vertiendo copiosas lágrimas. Por detrás de la nave de azulada proa soplaba favorable viento, que henchía las velas; buen compañero que nos mandó Circe, la de lindas trenzas, deidad poderosa dotada de voz.
Colocados cada uno de los aparejos en su sitio, nos sentamos en la nave. A ésta conducíanla el viento y el piloto y durante el día fue andando a velas desplegadas, hasta que se puso el sol y las tinieblas ocuparon todos los caminos.
Homero – «La Odisea»
051 – Los maquinistas nos saludaban desde sus locomotoras, al pasar. Y algunos pasajeros también.
Manolo nos habla de «Operación Impala» en la introducción a su libro «Carrilets de España y Portugal»:
«En principio, carrilet es todo ferrocarril de vía estrecha, métrica o inferior, independientemente de su sistema de tracción. Pero a poco que se reflexione se observará que este enunciado tan dogmático tiene fisuras como todos los dogmas. Y no hay como la propia experiencia para desinflar los dogmas pomposos. Entre mis experiencias juveniles figura una travesía del continente africano, de sur a norte, a caballo de una motocicleta en compañía de cinco amigos. Nuestro primer campamento del periplo lo instalamos en uno de los lugares menos románticos de África: en un extremo del desierto del Gran Karoo, a diez metros de la carretera y a unos cincuenta de la vía del tren. En aquella época feliz, aún no se había producido lo que después he llamado mi «toma de conciencia ferroviaria». Quiero decir, que mi admiración al tren era la propia y normal de todo hombre sano sin excesivas frustraciones. Entonces, para mí, una locomotora de vapor era una locomotora de vapor, algo grande, magnífico y digno de admirarse allí donde la encontrara. Mi posición era de admiración pasiva, estática. Después de una laboriosa jornada expedicionaria, nos habíamos sentado en torno a una mesa campamental para saborear los bien ganados whiskys del atardecer. Nuestra charla era interrumpida de vez en cuando por el paso de los convoyes ferroviarios. Los maquinistas, desde sus altas cabinas, nos saludaban agitando las manos y nosotros les contestábamos levantando nuestros vasos en un brindis simbólico mientras el sol vespertino, rojizo como la sangre, arrancaba brillantes destellos de las bielas de las largas y potentes locomotoras unidas en doble tracción.
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Doble tracción en Sudáfrica. Para ver la imagen ampliada, pinche en
http://www.railpictures.net/viewphoto.php?id=181681
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Al día siguiente, en un paso a nivel, comprobamos, con profunda sorpresa, que el ancho de vía de aquellas soberbias máquinas era de poco más de un metro. Es probable que reflexionara brevemente sobre aquel aparente contrasentido: ¿cómo era posible que aquellos trenes de verdad circularan por vías de tren pequeño, de carrilet? La conclusión a que llegué —si es que llegué a alguna— fue que se trataba de trenes grandes. Mis incipientes inquietudes ferroviarias se disolvieron prontamente en los barrizales rhodesianos en plena época de lluvias».
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Un tren en Sudáfrica. El ancho de vía normal es la «trocha de El Cabo»: tres pies y medio, o sea 1,067 metros. Para ver la foto a toda pantalla, pinche en
http://www.railpictures.net/viewphoto.php?id=192055
Hay bastantes más entrando por http://www.railpictures.net/
Busque con «South Africa». Ya me dirá qué le parecen.
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053 – Capítulo V – TRAS LAS HUELLAS DE LOS BOERS
053 – Todas las poblaciones tienen su campanario, su snack-bar, su poste de gasolina y, si por ellas pasa el tren, un depósito para inyectar agua en las cansadas locomotoras.
Los ingenieros ingeniaron ingeniosas soluciones para reciclar el agua condensando el vapor del escape en enormes radiadores instalados en los ténderes. La tracción a vapor en Sudáfrica ha sido una de las más importantes del mundo.
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060 – Capítulo VI – CARRETERAS RHODESIANAS
Rhodesia
Manolo nos habla de su breve estancia entre los tongas…
065 – Cuando veáis a los tongas – nos habían dicho los misioneros -, tenéis que saludarles diciendo: Tarumba loco loco.
068 – … los tongas dan la impresión de ser un pueblo feliz.
069 – … de los conceptos tonga sobre el matrimonio…
070 – Los tongas tienen pocas necesidades.
071 – Civilizar es, en última instancia, crear necesidades.
… y de la posesión de bicicletas.
Este capítulo justifica por sí solo la lectura del libro.
[Eres el único lector que me comenta las reflexiones que me hago a mí mismo después de haber conocido a los tongas de Rhodesia: Civilizar es, en última instancia, crear necesidades para que los nativos compren bicicletas y otros chismes de nuestra civilización. Lo resumo en pocas palabras para que se entienda mejor. Y terminas: este capítulo justifica por sí solo la lectura del libro, lo cual me hace sentir muy halagado.]>>>
076 – Capítulo VII – LLUVIA SOBRE RHODESIA
076 – A cinco o seis kilómetros de las cataratas Victoria vimos la nube de agua pulverizada que flota sobre ellas.
081 – – ¿Cómo van esos ánimos, Shakespeare? – me preguntaba Tei para animarme. Me llamaban Shakespeare porque todas las noches escribía en mi diario.
086 – En las proximidades de Mbeya vimos por primera vez el Rift Valley, el valle de la Gran Grieta, que es uno de los fenómenos geológicos más curiosos de África.
Sigue una interesante explicación de las teorías de Wegener sobre la deriva continental.
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090 – Capítulo VIII – NIEVE EN EL ECUADOR
Kenya
Pero los jefes (masais) respondieron:
– ¡Oh, no! Nosotros no debemos luchar. La guerra es un acto malvado. Así nos lo habéis enseñado vosotros mismos. Somos hombres de paz por decreto de la Corona. Ya no combatimos más. No odiamos a nadie. Sólo queremos apacentar nuestros rebaños.
Robert Ruark – «Algo de Valor»
(Esta cita tiene su historia…)
[Imaginar semejante muestra de amor y altruismo en la mente de un jefe masai supera los límites de la ciencia ficción. Seguro que algún pacifista a ultranza les habría comido el coco. La guerra, guste o no guste, forma parte de la constitución celular de cualquier ser vivo, empezando por el homo sapiens, el mayor depredador que ha existido jamás bajo la capa de los cielos. Mientras escribo estas líneas, estoy seguro que, en estos mismos momentos, miles y miles de sirios se estarán tirando bombas con entusiasmo digno de mejor causa. Para no hablar de los paracaidistas franceses ametrallando a islamistas malineses.]091 – Al pie del Kilimanjaro, perpetuamente oculto tras las nubes, nos detuvimos a cambiar impresiones con un grupo de altos y delgados masais armados de lanzas. Tras sus ocres siluetas, el sol vespertino incendiaba la pradera.
104 – Lord Delamare fue el primer hombre blanco que se estableció en estas tierras flanqueadas por los montes Abardares, atraído por la belleza del paisaje y el aspecto jugoso de los pastos.
Manolo nos explica lo que ocurrió cuando el noble Lord trajo ovejas a Kenya, según el relato de Hunter en «Tales of the African Frontier». Toda una lección de ecología, publicada en febrero de 1963 y tan vigente hoy como entonces.
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109 – Capítulo IX – CHAMPAÑA Y COCODRILOS
115 – Sobre las aguas del Nilo flota el recuerdo de Grant, Burton, Speke y demás exploradores que, no hace aún un siglo, descubrieron el misterio de sus fuentes.
[En el documental «Operación Impala», filmado por Manel Garriga (que se ha proyectado en algunas salas de Barcelona) Oriol Regás dice textualmente que Manolo (moi-même) se manifestó partidario de embarcarse en Juba (al Norte de Uganda) y continuar viaje por el Nilo hasta Khartoum, y contrario a dar la vuelta por Abisinia. Porque tenía un mal presentimiento.También lo cuenta en su libro autobiográfico «Años Divinos». No voy a negar que yo tenía un mal presentimiento: acabar descuartizado por los bandidos somalíes no me hacía ninguna gracia. Pero lo que más me dolía era perderme los escenarios de las luchas épicas que sostuvieron Grant, Speke, Burton, no solo con las tribus hostiles, sino contra la misma naturaleza, para abrirse paso por el Nilo, luchando contra mosquitos gigantes, culebras venenosas, lianas inextricables y cocodrilos de cinco metros. Como dudo mucho que Oriol Regás tuviera idea de la gesta de estos exploradores decimonónicos, no podía comprender mi desilusión. Lo mismo que el resto de mis compañeros de fatigas. Si es que estos nombres legendarios les sonaban de algo.
Aprovecho aquí la ocasión para comentar la respuesta de Oriol a la pregunta del periodista acerca de lo que le había parecido el apartheid sudafricano: indignante. Pero fue el mismo Oriol, recién llegados a Ciudad de El Cabo, quien nos buscó alojamiento en un hotel para blancos, habiéndonos podido alojar en un hotel para negros. Pese a la alergia de Oriol Regás a los vapores fluviales del Nilo, al final no tuvimos mas remedio que embarcarnos en el Amenofis IV hasta Wadi Halfa (después de un recorrido de unos 400 kilómetros a bordo de un tren de carga por el desierto de Nubia, y al que yo, estúpido de mi, me olvidé de fotografiar. Esta es una de las grandes frustraciones mías. En mi defensa solo puedo alegar que, por aquel entonces no había sido infeccionado por el virus ferroviario. Lo mismo que me había ocurrido con los trenes sudafricanos.]
117 – Livingstone y Stanley
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124 – Capítulo X – DÍAS DE PRUEBA
¿Qué hombres habitarán estas tierras? ¿Serán violentos, salvajes, injustos, u hospitalarios y temerosos de los dioses?
Homero – «La Odisea»
126 – … la civilización es un proceso doloroso.
Reflexiones sobre Roma y Kenya
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145 – Capítulo XI – TIERRA DE BANDIDOS
Etiopía
¿Acaso la exclamación: «Es un extranjero: vamos a cortarle el cuello», no se basa en un principio seguro y útil?
Percival C. Wren – «Beau Geste»
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158 – Capítulo XII – POR TIERRAS DEL PROFETA
Sudán
161 – … de un hombre que ha sido arrancado de una placentera siesta se puede esperar todo menos una cosa: buena voluntad.
171 – Tei estaba desolado. Era su primer accidente de automóvil.
171 – «Las Cuatro Plumas», una novela de Alfred Edward Woodley Mason:
Gordon, el Mahdi, Kitchener…
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178 – Capítulo XIII – INTERMEDIO FERROVIARIO Y FLUVIAL
Egipto
181 – Prescindiendo del calor y el polvo, que se filtraba por los tablones del suelo del furgón, éste era el típico vagón que conduce prisioneros a Siberia.
184 – Leyendo «La Ilíada», encontré una frase que le cuadraba perfectamente. Se la leí en voz alta:
– «¡Cuán veloz corre el pensamiento del hombre que, habiendo viajado mucho por muchas tierras, las recuerda en su espíritu reflexivo y dice: estuve aquí y allá, y resuelve muchas cosas en la mente!»
185 – Abu Simbel
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190 – Capítulo XIV – CUARENTA Y UN SIGLOS NOS CONTEMPLAN
195 – Egipto es un país largo y estrecho formado por dos franjas de vegetación a lo largo del Nilo.
201 – El Cairo es una ciudad particularmente ruidosa y sucia, en la que reina la más completa anarquía circulatoria. Los accidentes están a la orden del día: se producen con una frecuencia aterradora. Recién llegados a El Cairo, vimos cómo un autobús derribaba a un ciclista y le pasaba por encima de las piernas. El infeliz gritaba y lloraba. Unos transeúntes intentaron ponerlo de pie. El recuerdo de este accidente nos persiguió durante todo el día.
… durante toda la vida, diría yo.
202 – Dos millones trescientos mil bloques de piedra colocados ordenadamente constituyen la Gran Pirámide de Cheops, la mejor conservada de las tres que se levantan en la meseta de Giza.
207 – A las doce horas y seis minutos del día 30 de marzo vimos el Mediterráneo en la bahía de Alejandría, espaciosa y rodeada de altos edificios.
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209 – Capítulo XV – JORNADAS TRIUNFALES
Libia y Túnez
213 – El estómago vacío produce pesimismo, mal humor y desaliento.
220 – Las ruinas de Cartago no son cartaginesas, sino romanas. Cuando el Senado romano dijo aquello de «Cartago delenda est», allí no quedó piedra sobre piedra, ni el menor vestigio del paso de Aníbal y de Amílcar Barca.
225 – … como dijo con más precisión aquel jefe caníbal al que los ingleses prohibieron pelear: «Sólo los débiles son buenos, porque no son lo bastante fuertes para ser malos.»
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229 – Capítulo XVI – EL REGRESO
¡Oh forasteros! ¿Quiénes sois? ¿De dónde venís navegando por húmedos caminos? ¿Venís por algún negocio o andáis por el mar a la ventura, como los piratas que divagan exponiendo su vida y produciendo daño a los hombres de tierras extrañas?
Homero – «La Odisea»
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238 – EPÍLOGO
… En África no ocurrían estas cosas.
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Jonathan Swift dijo que un libro que no vale la pena leer dos veces, tampoco vale la pena leerlo una. Si le han gustado estas citas, piense que usted encontrará en él otras mejores.
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Manolo Maristany…
La reseña de Manolo en «Montesaweb»…
Oriol Regás – Cuarenta años de la Operación Impala…
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