Lagos, Nigeria.

Dedicado a  Vicent Guasch Roselló

Ultima Hora,  10 de noviembre de 2005

<<<

En una de nuestras conversaciones dimos por demostrado que la demanda de movilidad que existe en estas islas tan pequeñas no se puede satisfacer correctamente con «transporte público individual«. Hemos de usar transporte colectivo privado. Hoy, si le parece bien, podemos definir un poco mejor lo que es eso.

Desde el punto de vista físico, el transporte es el conjunto de medios cuyo fin es mover cargas útiles entre distintos lugares. Mientras los guionistas de «Star Trek» acaban de perfeccionar la teleportación instantánea, tendremos que conformarnos con vehículos más o menos convencionales. Circulan sobre infraestructuras más o menos fijas. Van guiados por sistemas más o menos inteligentes. Los medios de transporte son propiedad de entidades más o menos públicas, de empresas más o menos privadas y de particulares más o menos ricos. Aquí y ahora, la cosa consiste en miles de coches que causan cientos de accidentes más o menos graves cuando circulan. En realidad, están aparcados casi todo el tiempo. Los autobuses están reducidos a los tráficos residuales. Esto es lo que hay.

En cuanto a lo que se entiende por «colectivo», no es simplemente lo contrario de «individual». Un grupo es una estructura que se compone de varios individuos y de unas reglas de juego. A veces están escritas, a veces no, pero tienen que existir porque son parte de su esencia. Sin estructura no hay grupo. Un montón de ladrillos no es una casa.

Y en este contexto, «privado» tampoco es simplemente lo contrario de «público». Aquí y ahora, tendremos que formar una sociedad anónima privada para resolver los problemas de la movilidad, porque no podemos permitirnos el lujo de cambiar cada cuatro años no sólo de equipo directivo, sino de objeto social. Dicha empresa se regirá por criterios de eficacia. Que brillan por su ausencia en la gestión de la práctica totalidad de los entes públicos de aquí a la Villa y Corte, ambos extremos inclusive. La excepción – que confirma la regla – es la A.E.A.T.

¿Le suena a usted de algo Edward de Bono? Lo que sigue es un ejercicio de «pensamiento lateral», una técnica de su invención. Se trata de usar ideas que parecen absurdas a primera vista como puente para alcanzar conclusiones que son difíciles de obtener siguiendo los razonamientos que nos han llevado… a donde estamos, naturalmente. Aquí va la primera.

Supongamos que nos entra de súbito un ataque de cordura. De la noche a la mañana, todos decidimos renunciar a la propiedad individual de nuestros queridísimos vehículos privados. Y se los damos todos a la «Empresa de Transportes Colectivos», una sociedad anónima privada, a cambio de unas acciones cuyo valor corresponde a su precio en el mercado de segunda mano. La compañía hace un inventario de bienes y se encuentra en posesión de un parque móvil compuesto por miles de coches, grandes, pequeños, nuevos, viejos… También tiene motos, cuadriciclos y camionetas; todo lo que tenían los componentes la víspera de la fundación.

La idea es poner todos los vehículos a disposición de todos los socios. Para eso hace falta quitarles las cerraduras y ponerles un dispositivo electrónico de control. Se acciona con una tarjeta personal que les permite abrir el primero que encuentren libre y conducirlo hasta el destino de su viaje. Al llegar, lo dejan aparcado y completan el trayecto a pie.

La siguiente cuestión es ver cómo se pagan los costes normales de funcionamiento. Los gastos en combustible, reparaciones, seguros, etcétera, varían muchísimo de un coche a otro. Una primera aproximación es repartirlos a escote entre todos los socios. Los impuestos de circulación funcionan más o menos así. Pero hay quien vive en el campo y trabaja en una ciudad. Hace dos o cuatro viajes bastante largos al día, y no parece equitativo que pague igual que otro socio que vive cerca de su oficina y hace el camino a pie. Imputar esos costes a quienes los generan fomenta la reducción de la demanda de movilidad. Por otra parte, cuesta más mover un monovolumen grande que un turismo. Procede incentivar el uso del vehículo más económico entre todos los disponibles. El dispositivo de control y la tarjeta personal sirven para recoger datos sobre la movilidad que consume cada socio y facturarle los costes. La flota debe adaptarse a la demanda. Probablemente, la Compañía hará como las empresas de alquiler, que compran muchas unidades de un solo modelo. Eso abarata las adquisiciones, reduce los gastos de mantenimiento y facilita la vida a los conductores. A medio plazo, habrá una fuerte reducción del parque móvil a medida que la Compañía retire los vehículos menos utilizados.

¿Y qué pasa cuando un socio se queda sin carnet de conducir? Pues que su tarjeta personal le sirve para hacer «auto-stop»: cualquier otro socio que vaya en dirección a su destino está obligado a llevarlo. Eso ya está pasando ahora mismo, a ciertas horas, en las rotondas de Vila. No sé si llega a «car sharing», compartir el coche, pero el fenómeno es bien visible para todo el mundo. Excepto para las numerosas autoridades competentes, que están ocupadas cortando bacalao en otros sitios.

__________o O O O O o o__________

Volviendo a nuestra «autopía», los pasajeros han de poner la tarjeta en el dispositivo de control para que se les facture su parte del coste del viaje. A mí me puede venir muy bien, porque dejaría de renovar el permiso y no tendría que hacer nunca más de chófer. Si todos los que preferimos no conducir hiciéramos lo mismo, la carga útil que mueven los vehículos podría duplicarse o triplicarse. Con eso reducimos la presión sobre las carreteras y evitamos la «necesidad» de ampliarlas indefinidamente.

El siguiente paso sería hacer socios a personas que nunca han tenido carnet de conducir, y darles acceso al sistema de «auto-stop». Con eso, los jóvenes no han de jugarse la integridad física o la vida para moverse de un lado a otro montados en precario equilibrio sobre ciclomotores. Una parte de ellos no llegará nunca a sacarse el permiso, que no es precisamente gratis, y los conductores vocacionales tal vez empiecen a escasear: es más cómodo y más barato ir de pasajero.

En este punto, la Compañía ya podría comprar autobuses eléctricos y contratar conductores profesionales para trasladar a los socios por los trayectos más concurridos. Pero estamos en el siglo XXI. Los progresos de la cibernética han hecho que buena parte de los vehículos modernos sean conducidos en realidad por eficientes pilotos automáticos. Los tripulantes humanos que vemos en los puentes o cabinas de mando están ahí, sobre todo, para que no le entre el «canguelo» al pasaje. Naturalmente, la conducción automática es mucho más fácil si los vehículos circulan por vías segregadas, porque no hemos de preocuparnos por las colisiones con peatones o con otros medios de transporte.

Bueno, si ya tenemos unos vehículos eléctricos y automáticos y unas vías elevadas, sólo falta poner unas estaciones en los puntos donde se concentran nuestros socios para hacer «auto-stop». Resulta que hemos inventado el Aerobus. Para este viaje no hacían falta alforjas.

El actual modelo de movilidad está agotado hace años. Está convirtiendo estas islas tan pequeñas en un hervidero de coches que aparcan y circulan sobre un desierto de asfalto. En el proceso, ensucian el aire con miles de toneladas de anhídrido carbónico y otros contaminantes. El transporte del siglo XXI en y entre Eivissa y Formentera tiene que ser guiado, eléctrico, automático y elevado. Las numerosas administraciones competentes no lo harán. Si pudieran, no querrían. Y si quisieran, no sabrían.

Habremos de hacerlo los ciudadanos por nuestra cuenta. La solución empieza por una sociedad anónima privada que se ocupe de poner en marcha un transporte eficaz. Es imprescindible para que funcione el resto de los negocios.

<<<

Como dice Edward de Bono,

«Perception is real even when it is not reality»: la percepción es real incluso cuando no es la realidad.

«If you do not design the future someone or something else will design it for you»: si no decide el futuro según sus designios, alguien o algo lo decidirá por usted.

«We may need to solve problems not by removing the cause but by designing the way forward even if the cause remains in place»: puede que necesitemos resolver problemas sin suprimir la causa. Hemos de diseñar el método para seguir adelante incluso si la causa sigue existiendo.

«Traditional thinking is all about ‘what is’; future thinking will also need to be about what can be»: el pensamiento tradicional sólo trata de «lo que es»; el pensamiento futuro ha de tratar necesariamente lo que puede ser.

«Effectiveness without values is a tool without a purpose»: la efectividad sin valores es una herramienta sin una finalidad.

<<<

Transporte público individual

>>>