Ilustración de Pep Tur

Ultima Hora, FDS, 20 de junio de 2003

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Me ha pasado algo curioso.
Hace una semana me publicaron en el FDS
un comentario intrascendente
al famoso chiste de las tres preguntas
y me ha llegado un mensaje de una persona que me hace tres preguntas… a mí.
Termina diciendo: «Contésteme si usted tiene respuesta para alguna de ellas».

Son las siguientes:

«¿Qué sistema se emplea para hacer las aceitunas rellenas?»

Bueno… no es mi especialidad. Por lo que sé, ahora el proceso está mecanizado, y por lo tanto nadie se acuerda del antiguo sistema manual de elaboración.

«¿Por qué las mujeres viven más que los hombres?»

Me obliga usted a terminar uno de mis tropecientos artículos inacabados… cosa que le agradezco. Trata de una definición cualitativa y cuantitativa de la vida. Con eso podré encuadrar lingüísticamente lo de vivir «MÁS». De manera que esta pregunta queda pendiente.

>>> Vida y vivir más…

«Y… ¿la verdad existe? O… ¿sólo está ahí afuera?»

Tendríamos que ponernos de acuerdo sobre una definición operativa del término «verdad». ¿Le suena de algo Edward de Bono? Lo que sigue es un ejercicio de «pensamiento lateral», una técnica de su invención. Consiste en usar ideas que parecen absurdas a primera vista como puente para alcanzar conclusiones que son difíciles de obtener siguiendo los razonamientos que nos han llevado… a donde estamos, naturalmente. Ahí va eso:

«La verdad es el texto de un certificado con la firma del Secretario y el visto bueno del Presidente».

Id est, la verdad existe como una cualidad de aquello que expresamos con el lenguaje. Sólo lo que pensamos, decimos o escribimos con palabras puede ser verdadero o falso. Hay al menos dos clases de verdad. La objetiva viene a ser la concordancia entre nuestros enunciados y una «realidad exterior» a nosotros… un concepto bastante discutible, que no hemos definido hoy. La subjetiva es que «decimos la verdad» cuando creemos honradamente que lo que decimos es cierto. Eso, en sí, es mental y, por lo mismo, del todo independiente de que sea posible comprobar empíricamente nuestras afirmaciones. Por todo ello, la verdad «está ahí fuera» si admitimos la existencia de esa «realidad exterior». Como decía Kipling, «that’s another story». Materia para otro artículo filosófico… que también queda pendiente.

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