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Dedicado a Edward de Bono

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Una de las «asignaturas pendientes» de la movilidad

es la mejora de las comunicaciones entre Eivissa y Formentera.

El objetivo es que las personas y sus equipajes hagan

los desplazamientos que deseen,

con el mínimo consumo de tiempo, recursos y territorio.

¿Le suena a usted de algo Edward de Bono?

Lo que sigue es un ejercicio de «pensamiento lateral», una técnica de su invención. Consiste en usar ideas que parecen absurdas a primera vista como puente para alcanzar conclusiones que son difíciles de obtener siguiendo los razonamientos que nos han llevado… a donde estamos, naturalmente. Aquí va la primera.

¿Qué pasaría si las personas y sus equipajes viajasen a y por Formentera en alfombras voladoras? Ya ve usted, son la mínima expresión del transporte aéreo. No producen humo ni ruido, y moverlas es gratis. Cuando no se usan, basta enrollarlas y guardarlas en un armario para que no estorben. Alquilamos alfombras en el aeropuerto, los clientes se van volando a Formentera, y yattá. Lamentablemente, el procedimiento para hacerlas era un secreto industrial muy bien guardado. Tanto que, al parecer, el último que lo sabía se murió sin contárselo a nadie y la tecnología se ha perdido.

Lo más parecido que tenemos ahora son los helicópteros. Pueden resultar la mar de prácticos. El viaje es directo, sin pasar por Eivissa ni por La Savina, con gran ahorro del precioso tiempo de vacaciones de los clientes. Desde la altura de vuelo, el panorama es espléndido. Cuando han dejado el pasaje se vuelven a Eivissa, y no hay que aparcarlos en Formentera.

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Pero las ventajas no se pueden separar de los inconvenientes. No se puede decir que sean silenciosos, necesitan pilotos especializados, son contaminantes, y salen caros de comprar y de mantener. En cuanto a la seguridad, si sólo tenemos uno, puede volar sin peligro de chocar con otro. En cuanto hay dos, aparece un riesgo de colisión y se necesita un control aéreo. Si ya no podemos hacer vuelos directos, lo más práctico es seguir una ruta fija, con paradas en los hoteles u otros puntos de interés.

Volviendo al razonamiento lateral, ¿qué pasaría si los helicópteros fuesen eléctricos? Seguirían teniendo las mismas ventajas, y serían menos ruidosos y más limpios. El problema es que aún no hemos inventado un conjunto de baterías y motores que sea capaz de mantener en el aire su propio peso. ¿Y si alimentamos los motores con cables? Pues ocurre algo parecido. El viaje se acaba cuando nuestro artefacto ya no puede levantar más cable del suelo.

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Watterson – Calvin & Hobbes : necesitamos más alargadores

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¿Y si hubiera dos cables fijos pasando por el aire entre Eivissa y Formentera? Con un sistema adecuado para captar la corriente, nuestros helicópteros eléctricos van volando junto a ellos. Han de seguir una ruta fija, pero ya hemos visto que nos viene impuesta por razones de seguridad.

Y si los cables fueran lo bastante resistentes como para suspenderlos de ellos, ya no necesitaríamos hélices para mantenerlos en el aire y estaríamos hablando de otro sistema de transporte.

Recapitulemos. Partiendo de la alfombra voladora, y pasando por el helicóptero, hemos llegado a un vehículo eléctrico que circula suspendido de unos cables a cierta altura, como un teleférico autopropulsado. Esto ya no es pensamiento lateral, es un invento protegido por diversas patentes y denominado Aerobus. Naturalmente, ha de seguir una línea fija, estudiada para comunicar el aeropuerto y el máximo de puntos de interés en Formentera. Los cables han de pasar sobre Es Freus. Esto se podría hacer poniendo columnas en los islotes. Aunque me gustaría más uno de estos puentes colgantes modernos de un solo vano. Cuanto más alto sea, más espectacular será la vista. Puestos a pedir, quiero que lo diseñe Santiago Calatrava. Cerca de una maravilla como Es Vedrà sólo se puede hacer un puente bellísimo.

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Para ver otras fotografías de Michael Breunig…

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Observará usted que en ningún momento hemos hablado de usarlo para que crucen automóviles. La mayor ventaja de comunicar Formentera con un transporte público nuevo es que da a las autoridades una posibilidad (ojo, sólo una posibilidad) de reducir el tráfico de coches y motos. No es ninguna receta mágica, pero estaremos de acuerdo en que procede replantear el problema en otros términos. Si seguimos con el mismo modelo de movilidad, Formentera se convertirá pronto en una especie de «segunda edición» de Eivissa. ¿A usted le parece buena idea? Pues a mí tampoco…

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