Ultima Hora, 17 de junio de 2003
El mundo se vuelve al mismo tiempo
más grande y más pequeño.
Cada vez hay más destinos turísticos.
Cada vez son más asequibles,
en términos económicos y de tiempo de viaje.
Y cada vez se parecen más unos a otros.
El futuro de Eivissa pasa por ofrecer algo diferente.
La isla tiene una gran variedad de puntos singulares. En mi opinión, uno de los más destacados es Dalt Vila, una acrópolis amurallada que contiene muchos edificios de interés y se conserva en un estado bastante digno… porque estuvo habitada hasta hace bien pocos años. Esta suma de méritos le ha valido la declaración de Patrimonio de la Humanidad.
A raíz de ello, las diversas administraciones que descuartizan las competencias sobre la gestión del barrio han constituido un Patronato con todas las características habituales en los «consorcios». No tiene unidad de doctrina ni de mando y su responsable está sujeto a los avatares de la política local. Es decir, se trata el Patrimonio de la Humanidad como si fuera otro aparcamiento disuasorio.
Una gestión correcta del asunto empieza por una administración única en toda Eivissa y sigue por la creación de una Agencia especializada, con unos objetivos realistas y mensurables. Podría dar concesiones administrativas y, si se tercia, ejercer actividades lucrativas por cuenta propia. Por ejemplo, explotar mi «hotel de seguridad» en el Castillo. Y adquirir fincas a precios de mercado, reformarlas y revenderlas. Los beneficios deben revertir íntegramente en mejoras para el barrio. Y es que los recursos para revitalizarlo están ahí mismo: son las inmensas plusvalías latentes en la rehabilitación de los inmuebles.
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Por eso me parece poco útil, por decirlo en términos del más exquisito eufemismo, la idea de hacer «viviendas sociales» en un barrio donde la vida resulta cara e incómoda. Y seguir dando una imagen de marginación y «ghetto». Lo suyo es invertir los fondos del Patrimonio de tal forma que el barrio vuelva a ser la morada de las personas más pudientes de la isla, como siempre lo fue. Y no se preocupe usted tanto por las, digamos, menos favorecidas. Los ricos ya dispondrán alojamientos dignos para «el servicio» en sus propias fincas, como han hecho siempre. El barrio volverá a tener una composición social equilibrada, como siempre la tuvo. Y todo lo demás nos vendrá dado por añadidura.
La Agencia ha de estar dirigida por un gerente con verdadera autonomía. Ha de reunir unas cualidades y calificaciones excepcionales, nada fáciles de encontrar juntas en una sola persona. En mi opinión, ha de ser Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Me explico. La condición previa para que las necesarias reformas sean pensables es resolver totalmente la accesibilidad y la movilidad en el barrio. Así evitamos que el coste de transportar los materiales de construcción en «dumper» supere el de los propios materiales, como ocurre ahora mismo. Eso se hace con un sistema nuevo de transporte subterráneo, compuesto de galerías para los desplazamientos horizontales y pozos de ascensor para los verticales. Así, los trayectos sobre la superficie se hacen siempre a favor de la gravedad. Eso implica repensar la red viaria y suprimir todas las barreras arquitectónicas. La logística es la clave para cualquier uso que quiera dar usted a un edificio del barrio. Si ha de poner una cafetería, cada día le han de subir las ensaimadas, ¿no? Si es una «boutique», tendrán que traerle el género. Y si ha comprado una casa y pretende vivir en ella, necesita tener bien organizada toda la intendencia. Y además, el transporte de su propio cuerpo. Mientras se valga usted, parece un asunto menor y aplazable. Hasta que un simple resbalón le causa una fisura de nada en un menisco y convierte su vida en un infierno. Por no hablar del inexorable deterioro físico que traen los años…
También hay que montar sistemas para reutilizar al máximo toda el agua que entre en el recinto, empezando por la de lluvia. Para eso hay que repensar el alcantarillado. Y nos harán falta procedimientos eficaces para sacar cantidades crecientes de residuos sólidos del barrio a costes asumibles. Todo eso es trabajo para un Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos… o para más de uno.
Asimismo, el candidato ha de tener amplios conocimientos de toooda la legislación aplicable, experiencia acreditada en dirección de obras, don de gentes y una honradez a toda prueba. Necesitamos un humanista a lo Leonardo da Vinci, versado en las ciencias y en las artes. Al mismo tiempo, ha de tener la humildad suficiente para escuchar a otros expertos. Y acaso también a profanos… como yo, que soy aprendiz de todo y maestro de nada.
Como es natural, su remuneración debe ser acorde a sus méritos… y estar vinculada de alguna forma a los resultados económicos de su labor. El futuro de Dalt Vila, el de la ciudad y, en medida no desdeñable, el de toda la isla… dependen del acierto en la elección de la persona que ha de ocupar este cargo crucial. Y de que le sean entregadas por quien corresponda todas las herramientas necesarias para desempeñarlo con garantías de éxito. Cualquier otra cosa es seguir tirando el dinero y perdiendo el tiempo… y la paciencia.
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La raíz del mal es el culto al becerro de oro…
Accesibilidad – Movilidad – Dalt Vila…
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