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Nació en Madrid el 13 de mayo de 1965.

Le interesa la lengua de los Elfos.

Estudió Telecomunicaciones,
posee las lenguas inglesa y francesa
y sus aficiones son
«tantas que ni puedo recordarlas todas».

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Madrid, 20 de marzo de 1988

Estimado Aulendil/Joan Manuel/Juan Manuel:

> … Mi interés por Tolkien nació al leer ‘El Señor de los Anillos’, una de esas obras que cautivan de tal modo que una vez que se comienza a leer, es imposible detenerse. Me puse muy triste cuando acabó, porque me hubiese gustado que hubiese cinco o seis tomos más. Vi la película y … casi vomito.

[Ed.- Habla de la primera, naturalmente…]

> … Es tan rico el mundo de la Tierra Media que uno se pregunta si en realidad Tolkien no es una de sus criaturas inmortales, que por algún mágico hechizo se dejó caer en ‘este mundo’ y nos contó cómo era ‘su mundo’.

Una de las más extrañas controversias literarias que he mantenido en mi vida tuvo mucho que ver con Tolkien. Fue hace tres años. [1985 aprox. Ed.-] Jamás llegué a conocer a mi oponente: yo iba a clase por las mañanas y él/ella por las tardes. Un buen día me encontré escrita en la mesa una frase que más o menos decía «La Historia Interminable For Ever». En mi vida me he llevado mayor chasco que con ese bodrio de Ende. Todo el mundo hablaba maravillas del libro de marras, e incluso comparaban a Ende con Tolkien. No sé cuántas páginas tiene el engendro pero sí que tuve que hacer esfuerzos sobrehumanos para acabar de leérmelo, y ni una sola de sus líneas consiguió emocionarme, por lo que en mi subconsciente Ende es sinónimo de anti-Tolkien.

Así que yo contesté al autor de la frase algo así como «La Historia Interminable debería llamarse El Bodrio Inaguantable». Comenzó de este modo un intercambio de frases escritas en la mesa (una auténtica guarrería) en la que mi interlocutor trataba de convencerme de que «LHI» es la obra más importante del siglo XX (no sé por qué, puestos a escribir chorradas, se conformó sólo con este siglo). Lo que colmó el vaso de mi paciencia fue una alusión a no sé qué pasaje del libro (infortunadamente no lo recuerdo), que era inequívocamente un plagio de «El Señor». «Ende plagiario de Tolkien», escribí. El energúmeno puso que Tolkien no le llegaba a la suela del zapato a Ende, así que yo di por terminada la polémica: «Pensé que tenías un mínimo de sensibilidad; pero dado que demuestras que LHI es el único libro que has leído en tu vida, no pienso volver a sentarme en esta mesa, ni a malgastar mi bolígrafo contestando a tus insensateces». Y así terminó el asunto.

Desde entonces mi aversión por Ende es absolutamente irracional y reptiliana. Hace dos años una amiga mía (la típica niña «snoopy», que piensa que LHI y «Momo» son los pilares fundamentales de la literatura europea contemporánea) me regaló un libro de Ende («Gogoliori» o «Goligorigoli» o algo así). Reconozco que me porté como un perfecto patán, pues tal debió ser mi cara de asco que me dio el ticket para que fuese a cambiar el libro (Por supuesto, lo hice).

[Ed.- Esperemos que la crítica de la historia vaya poniendo las cosas en sus justos términos. No me dices si has leído «Momo»; es bastante diferente de LHI. Tu postura es más bien extrema. ¿Alguien se anima a establecer la comparación entre ‘El Señor de los Anillos’ y ‘La Historia Interminable’? Sería mejor decir entre la Tierra Media y Fantasia, o entre Tolkien y Ende.] [Bien, hasta aquí la carta de Javier, que presenta cuestiones sobre las que todo el mundo puede opinar. Es la clase de correspondencia que espero y deseo.]

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Indice de Halifirien Dos

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