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Aquí y ahora, es del todo inútil,
una pérdida de tiempo,
explicar cualquier idea
a los políticos.

Tienen encima una herencia
que es como aquel perro
que había en la portada
de aquel libro de Amando de Miguel
sobre «La Herencia del Franquismo».

El día a día de la gestión
se come todo su tiempo
y toda su energía mental.

El mero mantenimiento de la «herencia»,
esas infraestructuras absurdas,
insosteniblemente caras,
se come todo el dinero de los contribuyentes
e impide hacer los cambios precisos.

Sin duda, una papeleta difícil…

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