El País, 16 de noviembre de 1985
<<<
El programa de TVE
«Un, dos, tres, responda otra vez»
me inquieta particularmente porque
une a una impecable factura técnica
unos contenidos especialmente dudosos.
Cierta cosificación de la mujer, grandes dosis de publicidad nada encubierta, el estímulo de la competitividad, el hecho de que lo que da el premio no es la mayor o menor inteligencia de los concursantes, el mal gusto de muchos de los detalles humorísticos, son defectos que, al fin y al cabo, son reflejo de la propia vida, y la mejor prueba de que su corrección es difícil la tenemos en el masivo éxito popular del espacio. Pero en el programa del 1 de noviembre se han pasado: han ofrecido como premio una cabeza humana reducida por los jíbaros. Como en teoría han de disponer de un ejemplar para los concursantes, otro para los sufridores y aún otro más para los sufridores en casa, TVE -por medio de su programa de mayor audiencia- participa en la muerte de uno, dos o tres indios americanos, cuyas cabezas servirán como premio en una tómbola cuyo objetivo también parece ser el de encoger el cerebro de los televidentes.
En ningún momento se ha dicho que se trate de una imitación o de cualquier otra cosa. Por otra parte, imagino que el comercio de estos horribles trofeos debe estar prohibido, al menos en nuestro país, con lo que los responsables del programa pueden haber incurrido, cuando menos, en un delito de contrabando o tráfico ilícito.
En cualquier caso, el asunto es grave y no puede quedar como una necedad más de las muchas que adornan el «Un, dos, tres…» y el resto de la producción propia y ajena que exhibe TVE.
>>>