Una sonrisa cuesta poco,

pero vale mucho.

Quien la da es feliz

y quien la recibe la agradece.

Dura sólo un instante

y su recuerdo, a veces,

perdura por toda una vida.

No hay nadie tan rico

que no la necesite,

ni nadie tan pobre

que no la pueda dar.

Produce felicidad en el hogar,

prosperidad en los negocios

y es contraseña entre los amigos.

Es descanso para el cansado,

luz para el desilusionado,

sol para el triste

y antídoto para los problemas.

No se puede comprar

ni pedir prestada,

tomarla o robarla;

sirve sólo como regalo.

Y nadie necesita tanto

de una sonrisa como quien

se olvidó de sonreír.

Sonríe siempre

porque la sonrisa

es el mejor regalo

que podemos recibir

y el mejor que podemos ofrecer.

Si con las prisas me olvido

de darte una sonrisa,

discúlpame.

¿Tendrás la bondad

de darme una de las tuyas?

Porque una sonrisa es

la mejor cédula de identidad

para caminar por la vida.

>>>