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Ultima Hora,  22 de septiembre de 2013

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Teóricamente, la inauguración del Cetis debía haber sido tan importante para mí como para ponerme a redactar un artículo como éste tan pronto como se produjera el tan esperado evento. Cuando estaba publicando unos textos breves de Nito Verdera en el site me cayó encima La Catástrofe Ferroviaria del 24 de Julio y lo redujo a lo que es, una insignificancia, y no he encontrado tiempo hasta ahora para ocuparme del asunto.

He visitado varias veces la instalación, a diferentes horas. Ya sabe usted que me encanta equivocarme cuando hago pronósticos negativos. Esta vez, por desgracia, la realidad confirma y supera mis barruntos más pesimistas.

Pasaremos sin comentario sobre las circunstancias político-administrativas en las que se ha producido la apertura. Baste decir que la época no ha sido la más apropiada, que la transición de las paradas antiguas a la nueva terminal no ha sido modélica y que aún estoy estupefacto por las actuaciones de «nuestra» ex-alcaldesa. Uno creía que estaba curado de espantos, pero no.  Este caso ha rebajado considerablemente la estima, mucha o poca, que sentía yo por ciertos políticos.

Entrando en materia, voy a enumerar los cuatro adjetivos que describen el Cetis y dan título al presente trabajo, y mis razones para (des)calificarlo así.

Nos conviene que el Cetis sea bueno, bonito y barato. Pero…

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El Cetis es malo porque no es bueno.

La lectura de «Naval Blunders» de Geoffrey Regan hizo cristalizar en mi mente un punto de vista que, aún innominado, ya formaba parte de mis categorías desde mayo de 1985:  el de la Catástrofe. Poniéndonos en lo peor, esa rampa extrañísima que permite entrar penosamente y salir trabajosamente de la estación hace posible un accidente. Lo que me dice la experiencia es que si algo es posible, y por ende probable, acabará por ocurrir… por poco probable que parezca, o que sea. Es una pura cuestión de tiempo.

La Catástrofe Ferroviaria del 24 de Julio ha demostrado que los «ahorros» y los «recortes» que afectan a la seguridad son ilegítimos. Aunque sean «legales», no son lícitos. Los usuarios tienen derecho a viajar sin más riesgos que los verdaderamente inevitables. Los responsables de implementar la seguridad del Cetis han de actuar en todo momento con «la diligencia de un buen padre de familia». Viendo la estación en marcha me parece obvio que no es el caso.

Un intercambiador en Vara de Rey  es más seguro. Los autobuses circulan a velocidad moderada y bien visibles por las calles de toda la vida, sin rampas, sin cuestas y sin contracurvas. Las carreteras de Sant Joan, Sant Antoni y Sant Josep aún llegan hasta el centro y aún son de doble sentido, salvo la Avenida de España. Para conseguir mi «desideratum» basta reformarla, de modo que los autobuses puedan salir de Vila sin pasar por Isidor Macabich.

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El Cetis es feo porque no es bonito.

El edificio apenas tiene concesiones a la estética… por lo menos, a la mía.

Una instalación subterránea es oscura por definición. Se ha de iluminar artificialmente las veinticuatro horas del día. La primera vez que entré en la estación de las Avenidas de Palma me sorprendieron dos cosas: apestaba a humo y el ruido era insoportable. Luego descubrí que los poncios de turno la habían inaugurado antes de electrificar el ferrocarril y que los trenes todavía eran los mismos automotores diesel del siglo pasado. Lógicamente, la cosa mejoró mucho al cambiar la tracción.

El Cetis, salvo prueba en contrario, siempre va a ser una estación de autobuses. Que funcionan con motores diesel. Por lo mismo, siempre hará falta ventilación forzada y nunca se podrá eliminar del todo el ruido mecánico. Cuando hay varios coches moviéndose a la vez por ahí abajo es bastante molesto.

Un intercambiador en Vara de Rey está en la superficie de un paseo ajardinado, no necesita más iluminación que cualquier otra vía pública, y la ventilación tampoco es un problema. El ruido de los motores no reverbera en las paredes ni en el techo de un sótano y no dura más que lo imprescindible para las detenciones momentáneas de las líneas pasantes.

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El Cetis es caro porque no es barato.

Las cifras que se barajan son inasumibles. Siempre lo han sido, pero ahora que están encima de la mesa vemos hasta qué punto nos habían hipotecado los equipos de gobierno de Vila. Al parecer, la idea es que los usuarios de los autobuses tienen que pagar el inmueble, es decir, unas oficinas que estarán desocupadas hasta que el edificio se caiga de viejo. No es el mejor planteamiento económico, al menos desde el punto de vista de los contribuyentes.

El intento de climatizar el Cetis, con las actuales disponibilidades presupuestarias, es un esfuerzo inútil que sólo lleva a la melancolía. Será frío en invierno, a pesar del tufo de los motores diesel, y será caluroso en verano, a causa, entre otras cosas, del tufo de los motores diesel. Y esto se lo dice un amigo del ferrocarril que adora los motores diesel y que soporta el tufo de las estaciones porque es el precio por disfrutar con la música de las locomotoras diesel.

Otro día, si usted quiere, quedamos en la cervecería «Charlotte», que es lo mejor del Cetis. Traigo la tableta y escuchamos el delicioso sonido de los «tambores de la taiga» M62… las Ludmilas BR 232… las EMD WDP-4… y ya que estamos, el de mi máquina eléctrica moderna favorita de ahora mismo, la maravillosa Taurus de Siemens, la locomotora que canta. Además, tiene el récord mundial de velocidad en su categoría. El 2 de septiembre de 2006 la 1216 025-5 dio 357 km/h en pruebas, tal como salía de la fábrica, sin «tunear» nada de nada. En cuanto al vapor… eso ya es para los profesores del Conservatorio.

Un intercambiador en Vara de Rey  se podría hacer sin apenas gastos. Las instalaciones se pueden ubicar en locales existentes. Y sería estupendo para comunicar el Conservatorio.

Y todo eso ocurre porque…

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El Cetis es tonto.

Esa extraña ubicación excéntrica es la que es porque «nuestro» Ayuntamiento tenía un terrenito ahí lejos. En ningún momento se ha estudiado si era conveniente para la promoción del transporte público. Simplemente, se buscó la forma de rentabilizar la finca. Que aleje el origen de las líneas hasta un punto que está casi en las afueras, que las corte a efectos de tarifa en un lugar a todas luces improcedente, que todos los empresarios del transporte hayan dicho que no les gusta… qué importa. El lema de los equipos de gobierno que se suceden al frente de las instituciones es «sostenella y no enmendalla». Así nos va.

El edificio es un monumento a la recontrasuperpolivalencia. Tenía que haber servido para tantas cosas que al final no sirve para nada. Al menos, para nada bueno.

En cuanto a la estación de autobuses propiamente dicha, no tengo palabras para (des)calificar el diseño. Está sujeto a tantas constricciones irracionales que era imposible que fuese funcional. Todo es pequeñito, estrechito, y un tantico claustrofóbico. Al parecer, cumple los mínimos legales, pero lo único que se me ocurre decir es que si los mínimos legales permiten esto, habrá que revisar los mínimos legales.

El sublime «argumento» de que el Cetis sirve para controlar cuántas personas suben y bajan de los autobuses, y por ende «ajustar» las subvenciones a las empresas, es la mayor sandez sobre la financiación del transporte público que he escuchado en los treinta y pico años que llevo aquí… Es mucho decir, pero se lo digo como lo siento. Los autobuses sólo pueden competir con los automóviles particulares si nos llevan a más sitios, no a menos. Si sólo nos llevan al Cetis y nos obligan a caminar hasta los comercios del centro de Vila, y volver al Cetis cargados con las bolsas de la compra, el que se lo pueda permitir intentará bajar en coche y aparcar donde sea, y seguiremos haciendo más de lo mismo. Mucho más de lo mismo.

La solución es tan simple como traspasar el «ticketing» a los cajeros automáticos de las entidades financieras. Para eso, la mejor solución es fusionar todas las empresas operadoras en una sola y repartir los beneficios según el número de acciones que hayan suscrito los propietarios de las sociedades actuales.

Un intercambiador en Vara de Rey  es incomparablemente más céntrico. Obliga a convertir las líneas actuales en pasantes, cosa que permite redibujar la red y romper los bloqueos que están impidiendo que se desarrolle. Y nos permite limitar -y a medio plazo, impedir- la circulación de automóviles particulares por el centro, creando un incentivo natural para el uso del transporte público.

Pues eso… quedamos donde usted quiera, en la cafetería (( Montesol )) , en el Parque, en el puerto… Vila tiene una oferta hostelera y gastronómica muy variada, pero el Cetis cae lejos de casi todo. Usted me dirá qué le ve de bueno, bonito y barato… porque listo, lo que se dice listo, el Cetis no es.

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Cetis…

Eivissa – Ibiza…

Movilidad – Eivissa – Ibiza…

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