Ultima Hora, 17 de julio de 2002
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Verá usted, el Pacte decía en su programa que «el Pla Territorial Parcial es basarà en el criteri d’increment real de la capacitat de mobilitat en lloc de promoure un augment continu de la superfície d’asfalt: més asfalt i més carreteres no signifiquen, sovint és el contrari, més mobilitat i rapidesa». Y en un volante electoral, que «Evitarem les grans infrastructures viàries, potenciarem els transports públics i no contaminants. Exigirem una millora substancial de les comunicacions amb la Península i entre les illes».
Pues bien, el 9 de julio de 2002 leo en este periódico que «El Consell Insular maneja cinco opciones para la nueva carretera del aeropuerto». En mi modesta opinión, esta frase contiene una petición de principio: sólo se nos ofrece una alternativa, la carretera. Y cinco variaciones sobre el mismo tema, que se compone de asfalto y automóviles. Con eso se consigue lo que se ha hecho en Santa Eulàlia: duplicar el problema. No se toman en consideración «els transports públics i no contaminants», que sí son una verdadera alternativa.
No hace mucho, leíamos en este periódico que se habla de poner un tranvía desde el puerto de Eivissa hasta el aeropuerto. Personalmente, me gusta la idea. Sobre el papel, parece buena cosa. Es una alternativa real para muchos viajes en automóvil. Y podría mejorar los desplazamientos desde Formentera, facilitando el acceso a los puntos que sirva.
Pero los tranvías no circulan sobre el papel. Necesitan una franja continua de terreno y un tendido eléctrico. Lo más fácil, sobre el papel, es acomodarlos en las carreteras actuales. Por ejemplo, ampliándolas un par de metros a cada lado. Esto, aunque no tuviera otros inconvenientes, no sería del gusto de los demás usuarios. Por otra parte, no consigo imaginarme dos tranvías modernos pasando a la vez por la rotonda de Ca’n Sifre. Mejor dicho, no acierto a imaginarme ni uno.
En mi opinión, el mayor problema es que les afectarían los embotellamientos igual que al resto de los vehículos. Por eso es mejor que circulen por una vía propia. Para tenderla hace falta expropiar terrenos. Eso implica un proceso administrativo largo, caro y difícil. Piense usted en lo que ha costado hacer, por ejemplo, la variante de Santa Eulalia. Es un tramo corto en un solo municipio. Aquí hablamos de una infraestructura que resultará molesta siempre, de bastantes kilómetros, y de dos ayuntamientos que no están gobernados por el mismo partido.
Por otra parte, los tranvías no están pensados para llevar personas con sus equipajes. Que son, justamente, el tráfico típico del puerto y del aeropuerto. Cada ruptura de la continuidad de la línea implica un transbordo. Esto es, bajar con las maletas, llevarlas hasta otro vehículo y… subirlas. Mientras haya alternativas más cómodas, nadie querrá hacer eso.
Nos hace falta una red integrada, con un mínimo de transbordos. Y un transporte multifuncional, que sirva para personas, equipajes y mercancías. Si los automóviles y los tranvías no nos resuelven la papeleta, sólo quedan los sistemas elevados.
Un ferrocarril elevado, sea convencional o monorraíl, necesita vigas y soportes, caros y con mucho impacto visual. Las expropiaciones serían tan complicadas como las de una línea de superficie. El Aerobus tiene todas las ventajas del tranvía, sin los inconvenientes. Y las suyas propias, que son muy grandes. Prácticamente no necesita expropiar terrenos. Sólo eso ya lo hace la mejor opción. Pasa por encima del resto del tráfico… es decir, de los atascos. Y sirve para comunicar directamente Eivissa y Formentera. Con eso aliviamos la congestión de los dos puertos y de las carreteras que parten de ellos.
Yo estoy totalmente seguro de que en Eivissa llegaremos a tener un transporte público eficaz, porque el incremento de la población lo hará imprescindible. Pero no estaría de más que las instituciones y los particulares que tengan interés en implantarlo fueran dando pasos en esa dirección. Otra carretera, aunque se consideren cinco «opciones», sólo es… más de lo mismo.
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