Septiembre de 2008
Supongo que casi nadie pondrá en duda que es de muy mal gusto no tirar de la cadena del váter o hacer uno sus necesidades con la puerta del baño abierta para que los demás habitantes de la casa, incluidos los huéspedes, estimulen su olfato con los efluvios de nuestras entrañas, o para que se deleiten contemplando las caprichosas formas de nuestros regalitos en la taza… Sin embargo, desde hace dos décadas, cada verano, en el puerto de Ibiza se abren, a veces de forma sutil, otras de forma descarada, las (com)puertas de nuestro baño colectivo, mostrando los retazos de nuestros excrementos y orines, tiñendo el mar de un peculiar juego de colores marroncitos junto con un hedor nauseabundo. Además, se puede recrear uno contemplando alguna rata muerta rodeada de compresas y restos de papel higiénico, mientras nuestras ya casi radioactivas lisas, observan alucinadas otro «omni» (objeto marino no identificado) más. Y flotando sobre este váter público en el que se ha convertido el puerto, relucientes yates de lujo…
Demasiados años, demasiadas legislaturas de todos los signos tolerando la situación sin tomar las suficientes medidas, machacando así a los que cada día transitan o trabajan en la zona, a los pobres turistas y al mar. Resulta patético contemplar turistas tapándose el rostro, realizando necesarias e interminables apneas, o exclamando algún «Oh! It´s horrible!». Ibiza, ¿Patrimonio de la Humanidad?
Hace cientos de años que los gobernantes nos instaban a los ciudadanos a no hacer las aguas mayores ni menores en la vía pública, a no arrojar basuras ni aguas sucias… Es triste ver cómo hoy, en pleno siglo XXI, se ha dado la vuelta a la tortilla y no hay semana de cada verano que en la prensa no aparezcan quejas de los ciudadanos (o incluso de turistas) a los gobernantes, suplicando que, de una vez por todas, se cierre la puerta de nuestro baño colectivo y que se arregle el alcantarillado. ¿Podremos algún día hacer nuestras necesidades tranquilamente sin que tengamos que mostrar en el mar los productos de tan delicados e íntimos momentos a nuestros vecinos o a nuestros queridos y necesitados huéspedes, los turistas? En vez de destrozar la isla e hipotecarla con absurdas obras faraónicas, por qué no empezar por la base que no está resuelta: por los asuntos de higiene, de salud… ¿Por qué cuando lo que necesita la isla es una unidad de radioterapia se empeñan en tener ses Feixes radioactivas? La semana pasada el color de las aguas que circundan el Carrer de ses Feixes era «amarillo-chillón». Seguimos atrapados en la alcantarilla del tiempo.
>>>
Javier Serapio Costa es psicólogo y psicoterapeuta
Javier Serapio Costa…
Eivissa – Ibiza…