Septiembre de 2008
Desgraciadamente, solo a través de los errores, de fracasos y de sufrir sorpresas desagradables, nos sentimos empujados a mirar la realidad más de cerca. Nietzsche decía: “Tiene que haber caos en uno mismo para dar a luz una estrella danzante”. Detrás de lo que en la vida se nos presenta a veces bajo la apariencia de una crisis, de una tragedia, de un revés inesperado, puede encontrarse una puerta abierta a un cambio necesario, a una nueva oportunidad para modificar y rectificar un rumbo equivocado en nuestras vidas o en la sociedad, y que, de otra forma no llegaríamos a apreciar nunca.
Con la crisis recién aterrizada en Ibiza este verano, y sin apenas haber deshecho las maletas, ya nos ha obsequiado con algunos “regalitos extra” que llevaba en el equipaje de mano y que nos hemos ganado más a pulso que nuestras islas hermanas… Muy felices se sentían algunos hasta ahora, tan ingenuos e inocentes como aquella diosa de la mitología griega, Perséfone, hija de Zeus, que dedicaba todo su tiempo a recoger flores hasta que un día, mientras contemplaba absorta el brillo especial de un narciso en un prado siciliano, vio como de pronto, se abría la tierra bajo sus pies, saliendo de ella el oscuro carro de Hades (dios de los infiernos), que tirado por unos caballos, la raptaba y llevaba al inframundo. Tal vez pensábamos aquí que podíamos seguir mirándonos el ombligo, recogiendo “euros” mientras contemplamos, absortos, como se exprimen y desfiguran los últimos vestigios que antaño atraían al turista de calidad; que podíamos seguir subiendo los precios abusivamente mientras bajábamos en la misma proporción la calidad del los servicios (salvo las buenas excepciones que todavía, menos mal subsisten y recuerdan lo que sabíamos ofrecer); que la isla podía pensar en su futuro con el turismo de desfase; que el buen turista sería tan masoquista como nosotros los residentes… Pues se abrió la tierra y se nos apareció el carro de la crisis.
Ibiza, a pesar de los malos momentos que se avecinan, tiene una oportunidad única para reinventarse, para recuperar la magia que se ahoga bajo el cemento y algunos proyectos amenazadores, para discriminar qué es lo que tiene que rescatar y recuperar de su identidad y que es lo que debe de limpiar y abandonar para siempre. Hay embriones de buenas y valientes intenciones mezclados con impresentables repeticiones de errores. La nave ibicenca necesita virar el rumbo urgentemente, va directa, como le pasó al “Don Pedro”, a una “seca”, a unos escollos en los que puede embarrancar, y que incluso pueden acabar de hundirle lo poco que queda de su valiosa identidad.
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Javier Serapio Costa es psicólogo y psicoterapeuta
Javier Serapio Costa …
Eivissa – Ibiza…