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Dedicado a Xico Tarrés
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Ultima Hora, 4 de octubre de 2000
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Hace unos días hablábamos usted y yo de la «receta Barcelona» para los males del tráfico en Eivissa. En mi opinión, es peor el remedio que la enfermedad. Hoy, si usted quiere, le contaré otra distinta. ¿Usted ha estado alguna vez en un parque de atracciones? Ya sabe, son espacios recreativos, con montañas rusas, tiovivos, autos de choque, restaurantes, etcétera. Todos están muy bien comunicados con transportes públicos. A la entrada hay unos aparcamientos enormes para dejar los coches. Y de puertas adentro, va usted a todas partes a pie. Suele haber algún tipo de transporte interior, que muchas veces tiene más de atracción que de vehículo en sentido estricto.
Ahora imagine usted un parque donde los clientes se desplazan en coche. «Hace falta» una red de calles asfaltadas. Y en cada atracción un aparcamiento, cuanto más grande mejor. Las distancias entre una y otra aumentan espectacularmente. El área total se multiplica, porque cada coche «necesita» mucha más superficie que las personas que caben en él para circular y para estacionarse. Y si va usted con niños, vale más que no los deje de la mano, porque pueden acabar debajo de alguna rueda… Podemos seguir, pero ya ve usted que es absurdo. Los parques de atracciones son posibles porque nadie puede entrar en coche.
La Vila d’Eivissa es el centro administrativo de la isla. Además, es Patrimonio de la Humanidad. Podemos imaginarla como un conjunto de lugares próximos entre sí, que atraen un número alto de visitantes. Aplicamos la «receta Disneylandia». El Ayuntamiento instala «aparcamientos perimetrales de superficie o en edificio, con disponibilidad de transporte público hasta el centro». La idea es restringir la circulación de vehículos por el casco urbano, y hacerlo cada vez más transitable para los peatones, eliminando barreras arquitectónicas y «apaciguando» el tráfico. Cuanto más lejos estén los aparcamientos perimetrales, mejor. Esto se ha de completar con una oferta de transporte público de calidad que permita a los visitantes desplazarse cómodamente desde los aparcamientos periféricos hasta el centro. El Plan 2020 habla de «vehículos de capacidad media, no contaminantes». Al parecer, serán autobuses eléctricos de baterías, que resultan carísimos de coste, explotación y mantenimiento. Seguimos. Si el casco urbano de Vila es un parque de atracciones, resulta contradictorio que el automóvil tenga prioridad absoluta en toda la isla y de pronto pase usted una frontera municipal y le hagan bajar de su coche y esperar hasta que llegue un vehículo de capacidad media. Siempre tiene la opción de seguir a pie, claro…
Ahora le voy a pedir otro esfuerzo de imaginación. Piense usted que toda la isla de Eivissa es un parque de atracciones. Normalmente, los visitantes llegan al puerto o al aeropuerto y encuentran allí un transporte público, un autobús o tal vez un taxi, que les lleva a su alojamiento. Una vez allí, dejan el equipaje y deciden qué atracciones quieren visitar. Todas las que sean susceptibles de atraer a muchas personas han de estar bien servidas con transporte público. Los vehículos de capacidad media del transporte interior de Vila prolongan sus líneas hasta el aeropuerto, Sant Antoni, Santa Eulàlia y en general, a donde se detecte afluencia de público. Lógicamente, la oferta de alojamiento, vivienda y servicios tiende a agruparse en torno a los puntos mejor comunicados. Ahora se desparrama por todas partes, como una mancha de aceite. Esto es al mismo tiempo efecto y causa de un modelo de movilidad hecho en función del coche privado.
Hemos conseguido visualizar la isla de Eivissa como un solo parque, comunicado por una red de transporte. Ahora imaginemos que cada línea la gestiona una empresa diferente. Cada una compite contra todas las demás, tiene diferentes tarifas de precios, los horarios no son compatibles, etcétera. Usted dirá que esto es un desatino, que valdría más que se pusieran de acuerdo, o que se fusionaran en una sola empresa. Pues ya ve usted, algunas cosas en Eivissa funcionan más o menos así. La solución para las demandas de movilidad (y para otros problemas… técnicos, claro) pasa por una administración única para toda la isla. Vila no tiene por qué ser el «distrito federal». Un uso creativo de las nuevas tecnologías hace posible (ojo, sólo posible) un cambio radical de los modelos de gestión de los asuntos públicos que nos han llevado… a donde estamos, naturalmente. Usted dirá si, aparte de posible, es necesario.
Y la última imagen mental de hoy. Esta es muy fácil. Si ha conseguido usted visualizar Eivissa como un solo parque de atracciones, pruebe con Formentera. Para esto no hace falta mucha imaginación. A los de mi quinta nos basta hacer un poco de memoria. En mi caso, acordarme de mi primer viaje en barca a La Savina. Ya había vehículos de alquiler. Pero no eran coches, sino bicicletas…
Renunciar a los automóviles tiene más ventajas que inconvenientes. Las personas tenemos dos piernas que nos van estupendamente para hacer viajes cortos. Y ocupamos muy poco sitio. Cabemos cincuenta en un autobús. Lo que estorba y machaca son los vehículos privados de tracción mecánica. Otro día, si usted quiere, hablaremos de cómo se aplica esta «receta» en Formentera. Ya verá qué fácil es.
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