<<<
Última Hora, FDS, 5 de abril de 2002
<<<
En otra ocasión le dije que, si usted quiere,
le contaría el principio de «Puck»,
que es la mejor historia de Inglaterra que conozco.
Bueno, hoy podemos hablar un poco de este libro.
Si le gusta Tolkien, el escritor que se propuso
hacer una mitología para su país,
es prácticamente seguro que «Puck» le interesará.
Verá usted, Dan y Una son hermanos y viven cerca de Pevensey, en la costa meridional de Gran Bretaña. La historia empieza cuando los dos están representando el «Sueño de una noche de verano» de Shakespeare en un círculo de hadas. Cuando lo repiten por tercera vez, aparece entre los matorrales un ser de aspecto humano, muy bajito, y con las orejas puntiagudas, que dice:
«Vaya, ¿una comedia? Seré espectador;
Y actor, también, quizá, si hace al caso».
Se les acerca, se identifica como Puck y les dice que han «roto las colinas». Si lo hubieran hecho unos pocos siglos atrás, habrían visto salir de ellas un verdadero enjambre de hadas, duendes y demás seres sobrenaturales. Ahora se han marchado todos, menos él. Como fue el primero en llegar, será el último en irse. Si ha leído usted «El Señor de los Anillos», esta frase le habrá recordado inmediatamente a, ejem, ya sabe de quién le hablo, ¿no?
Tras esta primera entrevista, se encuentran en otras ocasiones. Cada vez, Puck les trae un personaje del pasado que les cuenta una escena de la historia de Inglaterra. Así vamos conociendo «de primera mano» lo que ha ocurrido en Pevensey. Está muy cerca de Hastings, el lugar de la victoria de los normandos sobre los sajones que dio origen a la Corona inglesa que conocemos hoy. Kipling emplea el artificio de meter en la conversación a dos personas inteligentes, pero jóvenes y por ende poco instruidas. Como diría Jesulín, hay que explicarles los intríngulis. Además, con cierto detalle y sin dar mucho por sabido. Exactamente lo mismo que hace Tolkien con los hobbits.
Puck empieza contándoles la vida y milagros de Weland, un dios pagano que fue herrero y forjador. Hizo una espada mágica para un joven sajón llamado Hugh, e inscribió en ella una profecía con runas de poder. Tampoco importará que subraye el parecido con algún suceso de la Tierra Media…
A continuación, Sir Richard Dalyngridge nos hace un instructivo relato sobre la conquista normanda. El barón De Aquila le ha encargado ocupar la casa y las tierras de Hugh, el sajón, con un par de docenas de soldados, mientras el grueso de sus fuerzas sigue la guerra hacia Kent. El resto de sus aventuras tampoco tiene desperdicio.
En «Un centurión de la Trigésima» el militar romano Parnesius nos habla de su compañero Pertinax, y de sus varias actividades en la Muralla de Adriano. Probablemente, Kipling se inventa la mayor parte de la historia, pero a usted le va a dar igual, porque la está viendo ante sus ojos. Nos habla de la vida de la guarnición, de las batallas… y de las catapultas. Son enormes máquinas de doce metros de alto. Disparan redes llenas de piedras contra los barcos de los Sombreros Aludos, que nosotros llamamos vikingos.
«Hal o’ the Draft» es una curiosa historia sobre los gremios medievales, y «Dymchurch Flit» habla de la decadencia de la «gente de las colinas» y de lo que les hizo marcharse de Inglaterra.
En el último capítulo, Puck nos revela qué consecuencias tuvo que Weland diera la espada a Hugh… «Es tan natural como el crecimiento de un roble».
«Puck» tiene una segunda parte, que se titula «Premios y Hadas» y no vale menos que la primera. Otro día, si usted quiere, le contaré el principio…
<<<
Mellon…
Libros…
Catapulta…
«Premios y Hadas» (pendiente)…
>>>