Ilustración de Pep Tur

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Ultima Hora,  FDS,  4 de julio de 2003

El «transporte» en coche comienza cuando compramos uno. Si además lo movemos, arrastramos a todas partes algo así como una tonelada y pico de futura chatarra. El coste energético y económico crece exponencialmente cuando aumentamos la velocidad. Lo que a su vez es causa de muchos accidentes. En el proceso quemamos energía fósil no renovable. Para ello mantenemos un sistema para depredar los recursos naturales de los países pobres que resiste perfectamente la comparación con las épocas más despiadadas del colonialismo. Las manchas de contaminación en el Tercer Mundo tienen que verse desde los satélites para ser noticia. Por no hablar de los naufragios de petroleros. De paso, llenamos la atmósfera de gases que contribuyen al cambio climático. Etcétera.
Al parecer, los seres humanos consideramos que el vehículo individual es una conquista irrenunciable del progreso. Con frecuencia, es la posesión que valoramos más. Como las ventajas son inseparables de los inconvenientes, los científicos trabajan desde hace tiempo para reducir los efectos negativos del modelo de movilidad al uso. El coche ideal, de entrada, no habría que comprarlo. Tendría que ser gratis o, por lo menos, muy barato. Y lo más ligero que pueda hacerse, para que cueste menos de mover. Y tirando a lento, por economía y por seguridad. Tendría que usar energías renovables; por ejemplo, biomasa. Con eso nos ahorramos las guerras para mantener bajo el precio del petróleo. Y sucesos como el del «Prestige«. Y el vehículo en sí no tendría que emitir residuos que no fueran biodegradables.

Otra línea de investigación es cómo hacer pilotos automáticos para los coches. La idea es que «sepan» a dónde queremos ir y nos lleven por el camino más corto, sin atascos, nervios ni accidentes, mientras nosotros leemos el periódico. Y que reconozcan a su dueño, para evitar robos y demás sobresaltos.

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¿Y cuando usté lo llama, él viene?  –  Quino

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Hemos definido una serie de características deseables para el vehículo ideal.

Y el vehículo ecológico del siglo XXI no es el Coche Fantástico.

Resulta que es el caballo.

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Energías renovables: coche a hierba  –  19 de junio de 2006  –  El Roto  –  http://www.elpais.com/vineta/

 

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